La relación entre meditación y salud se entiende cuando se acepta el hecho de que el funcionamiento fisiológico de nuestro cuerpo está influenciado por nuestro estado psicológico. Si entendemos que cuerpo y mente están estrechamente relacionados comprenderemos que cualquier proceso psíquico afecta, en mayor o menor grado, a la fisiología y, por lo tanto, la salud. Esta relación entre psique y salud es ampliamente conocida, es el campo de actuación de los placebos, de las enfermedades psicosomáticas y, en mi opinión, de la salud psicosomática.

A pesar de estas evidencias, el concepto generalizado en occidente de salud se relaciona con la ausencia de síntomas de enfermedad. Es como si existiera una falsa creencia de que si no hay síntoma no hay enfermedad y cuando aparecen síntomas de que algo va mal, el tratamiento se basa demasiado en combatir estos síntomas sin profundizar en los orígenes de la anomalía. La realidad es que se da poca importancia al hecho de que la fisiología está profundamente afectada por la psique (los placebos son un ejemplo claro de ello) y por evidente que sea esta relación cuerpo-mente, solo se trata el cuerpo a un nivel excesivamente superficial.

Pero, ¿cómo podemos actuar sobre nuestra psique para generar buena salud? La respuesta es evidente: un estado psíquico armonioso, positivo, equilibrado, tendrá consecuencias positivas para nuestra salud, mientras que lo contrario generará estados de salud nada deseables. Así pues, la pregunta que realmente debemos hacernos es ¿cómo conseguir este estado psíquico armonioso, positivo, equilibrado, etc. para que nuestra salud sea mejor? Esta pregunta es algo más compleja de responder y, para simplificar, podemos diferenciar las respuestas en dos facetas bien diferenciadas: la externa y la interna.

La faceta externa comprende la armonía en los hábitos del día a día: pensamiento positivo, acción correcta, sentimientos correctos, etc. Todo ello es necesario para tener un estado psíquico equilibrado. Pero si somos más ambiciosos entramos a considerar la faceta interna, deseamos actuar directamente en nuestro estado psíquico, ir directamente a generar armonía en el interior de nuestra mente, en el estado previo a la manifestación externa de comportamiento o sentimientos. Trabajando ambas facetas, la externa y la interna, conseguiremos la máxima eficacia para generar estados de equilibrio que tendrán repercusión positiva en el funcionamiento de nuestra fisiología, de nuestra salud.

En este orden de cosas, aparece la tercera pregunta: ¿cómo podemos actuar directamente sobre este nivel interno de nuestra psique para generar equilibrio? Me atrevo a decir que la respuesta correcta es «no podemos» o, por lo menos, «no debemos». Si intentamos manipular nuestra mente a este nivel, podemos poner en peligro nuestra salud psíquica, la mente es demasiado compleja para atrevernos a intervenir sobre ella de forma directa, desde el interior.

Así, entramos en la cuarta pregunta: si no vamos a intervenir sobre nuestra mente de forma directa ¿qué podemos hacer para crear esta armonía que estamos deseando? La respuesta es dejar que las leyes de la naturaleza lo hagan. Para ello, solo tendremos que generar estados de descanso suficiente para que las leyes de la naturaleza actúen de forma espontánea, sin que las controlemos, porque son perfectas. Son las mismas leyes que sostienen todo el universo y las personas no somos ninguna excepción. Cuando queremos conseguir un estado mental de descanso recurrimos a la meditación, entendiendo la meditación en términos genéricos, sin encasillamientos de ningún tipo, como una simple técnica de descanso, sin connotaciones morales ni religiosas ni ideológicas.

En este contexto aparece la quinta pregunta: dado que existen muchas técnicas de meditación disponibles, ¿cuál es la más efectiva? La respuesta es, una vez más, evidente: la que produce estados de descanso más profundos. En un estado de descanso muy profundo estaremos a merced de las leyes de la naturaleza de forma más efectiva y la eficacia de la meditación será mayor. Evidentemente, cada persona debe practicar la meditación que considere mejor para ella, incluso en determinadas épocas de la vida puede sentir que necesita una meditación distinta, adecuada a cada momento. Pero visto de forma genérica, si lo que se busca es el máximo descanso, tenemos a mano la técnica practicada durante miles de años, sin que haya sufrido variaciones ni en su esencia ni en la forma que se practica, con eficacia demostrada. Es la meditación que permite trascender el área del pensamiento para llegar al fondo de yo interno. Es la que consigue un estado de descanso superior al de dormir, un estado en el que el sistema nervioso se equilibra sin ninguna intervención de la voluntad, solo dejando que la naturaleza lo haga. Con el nombre moderno de Meditación Trascendental es la meditación más antigua que existe. Existe investigación rigurosa que demuestra que tiene efectos fehacientes sobre la fisiología. Pertenece a la milenaria sabiduría del Veda, guardada cuidadosamente en India y se enseña en occidente desde hace poco más de sesenta años.

La experiencia pone de manifiesto que la práctica regular de la meditación contribuye a generar buena salud, tanto física como psíquica. El objetivo final es ganar calidad de vida, vivir plenamente, disfrutar de la satisfacción de vivir.

Santiago Solé
Profesor de Meditación Trascendental

 

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