Platón ( 427-347 a. de C.) era discípulo de Sócrates desde hacía mucho tiempo, y siguió el proceso contra éste muy de cerca. Para Platón, el hecho de que Atenas fuera capaz de condenar a muerte a Sócrates, decidiría la dirección que tomaría su actividad filosófica.
La primera acción de Platón como filósofo fue publicar el discurso de defensa de Sócrates. En el discurso se refiere a lo que Sócrates dijo al gran jurado.
En lo que se refiere a Platón, se cree que se han conservado todas sus obras principales: Platón escribió una colección entera de cartas, y 35 diálogos filosóficos.
El hecho de que estos escritos hayan sido conservados se debe, en gran parte, a que Platón fundó su propia escuela de filosofía fuera de Atenas. La escuela estaba situada en una arboleda que debía su nombre al héroe mitológico griego Academo, por lo que la escuela de filosofía de Platón adquirió el nombre de Academia.
En la Academia de Platón se enseñaba filosofía, matemáticas y gimnasia. Aunque la conversación viva era lo más importante. Por eso no es una casualidad que el diálogo llegara a ser la forma escrita de Platón.
Podemos decir que a Platón le interesaba averiguar ante todo la relación entre lo eterno y lo inalterable, por un lado, y lo que fluye, por el otro.
Mediante la razón podemos, todos los seres humanos, llegar a conocer esas normas inmutables, pues precisamente la razón de los seres humanos es algo eterno e inmutable.
A él le interesa lo que es eterno e inmutable en la naturaleza y lo que es eterno e inmutable en cuanto a la moral y la sociedad. De hecho, para Platón, éstas son una misma cosa. Intenta captar una propia realidad eterna e inmutable.
Con esto tenemos una vaga idea del proyecto filosófico de Platón. Intentaremos entender un razonamiento que dejó profundas huellas en toda la filosofía europea posterior.
Tanto Empédocles como Demócrito habían señalado que todos los fenómenos de la naturaleza fluyen, sin embargo, tiene que haber algo que nunca cambie ( «las cuatro raíces» o «los átomos»). Platón sigue este planteamiento , pero de una manera muy distinta.
Platón opinaba que todo lo que podemos tocar y sentir en la naturaleza fluye. Es decir, no existen unas pocas «materias primas» que no se disuelven. Absolutamente todo lo que pertenece al mundo de los sentidos está formado por una materia que se desgasta con el tiempo. Pero a la vez, todo está hecho con un «molde» eterno e inmutable.
¿Por qué todos los caballos son iguales? Hay algo que todos los caballos tienen en común, algo que hace que nunca tengamos problemas para distinguir un caballo de cualquier otro animal. El caballo individual fluye, claro está. Puede ser viejo, cojo, y con el tiempo, se pondrá enfermo y morirá. Pero el «molde de caballo» es eterno e inmutable.
Esto quiere decir que para Platón, lo eterno y lo inmutable no es una «materia primaria» física. Lo que es eterno e inmutable son los modelos espirituales o abstractos , a cuya imagen todo está moldeado.
Por ejemplo, tienes una serie de piezas del lego y construyes con ellas un caballo. Luego lo deshaces y vuelves a meter las piezas en una caja.
No puedes esperar que surja un caballo completamente nuevo con sólo sacudir la caja que contiene las piezas. Las piezas no pueden arreglárselas por su cuenta para volver a convertirse en caballo. Eres tú quien tiene que volver a construir el caballo. Y lo logras gracias a una imagen que tienes en tu cabeza del aspecto del caballo.
A Platón le extrañó cómo todos los fenómenos de la naturaleza podían ser tan iguales entre ellos, y llegó a la conclusión de que debía de haber un reducido número de moldes que se encuentran «detrás de» todo lo que vemos a nuestro alrededor. A estos moldes Platón los llamó Ideas. Detrás de todos los caballos, y seres humanos , se encuentra la idea de caballo, y la «idea de ser humano».
La conclusión es que Platón pensaba que tenía que haber una realidad detrás del «mundo de los sentidos» , y a esta realidad la llamó el mundo de las Ideas. Aquí se encuentran las eternas e inmutables «imágenes modelo» , detrás de los distintos fenómenos con los que nos topamos en la naturaleza. A este concepto lo llamamos la teoría de las Ideas de Platón.
El filósofo intenta captar algo que sea eterno e inmutable.
Platón pensaba que todo lo que vemos a nuestro alrededor en la naturaleza, todo lo que podemos sentir y tocar, puede compararse con una pompa de jabón. Porque nada de lo que existe en el mundo de los sentidos permanece.
Lo que dice Platón es que no podemos saber nada con seguridad sobre algo que cambia constantemente. Sobre lo que pertenece al mundo de los sentidos, es decir, lo que podemos sentir y tocar, sólo podemos tener ideas o hipótesis poco seguras . Sólo podemos tener conocimientos seguros de aquello que vemos con la razón.
La propia facultad visual puede variar de una persona a otra. Sin embargo, podemos fiarnos de lo que nos dice la razón, porque la razón es la misma para todas las personas.
Podríamos decir que la razón es eterna y universal precisamente porque sólo se pronuncia sobre asuntos eternos y universales.
A Platón le interesaban mucho las matemáticas, porque las relaciones matemáticas jamás cambian. Por lo tanto, es algo sobre lo que tenemos que tener conocimientos ciertos.
Un breve resumen: sólo podemos tener ideas vagas sobre lo que sentimos, pero sí podemos conseguir conocimientos ciertos sobre aquello que reconocemos con la razón. La suma de los ángulos de un triángulo es 180º siempre. De la misma manera, la «idea» de caballo tendrá cuatro patas, aunque todos los caballos del mundo de los sentidos se volviesen cojos.
Platón pensaba que la realidad está dividida en dos: una parte es el mundo de los sentidos, sobre el que sólo podemos conseguir conocimientos imperfectos utilizando nuestros cinco sentidos (aproximados e imperfectos). De todo lo que hay en el mundo de los sentidos, podemos decir que todo fluye y que nada permanece. No hay nada que sea en el mundo de los sentidos, solamente se trata de un montón de cosas que surgen y perecen.
La otra parte es el mundo de las Ideas, sobre el cual podemos conseguir conocimientos ciertos, mediante la utilización de la razón. Por consiguiente, este mundo de las Ideas no puede reconocerse mediante los sentidos. Por otra parte, las Ideas son eternas e inmutables.
Según Platón, el ser humano también está dividido en dos partes. Tenemos un cuerpo que «fluye» y que, por lo tanto, está ligado al mundo de los sentidos, y acaba de la misma manera que todas las demás cosas pertenecientes al mundo de los sentidos . Todos nuestros sentidos están ligados a nuestro cuerpo y son de poco fiar. Pero también tenemos un alma inmortal, la morada de la razón. Precisamente porque el alma no es material puede ver el mundo de las Ideas.
Platón pensaba que el alma ya existía antes de meterse en un cuerpo. Pero en el momento en que el alma se despierta dentro de un cuerpo humano, se ha olvidado ya de las Ideas perfectas. Conforme el ser humano va sintiendo las formas en la naturaleza, va teniendo un vago recuerdo en su alma. El ser humano ve un caballo, un caballo imperfecto, pero eso es suficiente para despertar en el alma un vago recuerdo del caballo perfecto que el alma vio en el mundo de las Ideas. Con esto, se despierta también una añoranza de regresar a la verdadera morada del alma. A esa añoranza, Platón la llama eros,que significa «amor». Es decir, el alma siente una «añoranza amorosa» por su verdadero origen. A partir de ahora, se vive el cuerpo y todo lo sensible como algo imperfecto e insignificante. Sobre las alas del amor volará el alma «a casa» , al mundo de las Ideas, donde será librada de la «cárcel del cuerpo».
Cuando ves una sombra, pensarás que tiene que haber algo que la origina. Ves la sombra de un animal. Quizás sea un caballo, piensas, sin estar del todo seguro. Luego te giras y ves el verdadero caballo, que es más hermoso y su silueta mucho más nítida que la inestable «sombra del caballo». Platón opinaba que, de la misma manera, todos los fenómenos de la naturaleza son solamente sombras de los moldes o ideas eternas. Sin embargo, la gran mayoría de los seres humanos está satisfecha con su vida entre las sombras. No piensan en que tiene que haber algo que origina las sombras. Creen que las sombras son todo, no viven las sombras como sombras. Con ello, también se olvidan de la inmortalidad de su propia alma.
Platón cuenta una parábola que ilustra precisamente lo que acabamos de describir. La solemos llamar el mito de la caverna.
El mito de la caverna

El mito de la caverna

Imaginaos a unas personas que habitan una caverna subterránea. Están sentadas de espaldas a la entrada, atadas de pies y manos, de modo que sólo pueden mirar hacia la pared de la caverna. Detrás de ellas, hay un muro alto, y por detrás del muro caminan unos seres que se asemejan a las personas. Levantan diversas figuras por encima del borde del muro. Detrás de estas figuras, arde una hoguera, por lo que se dibujan sombras llameantes contra la pared de la caverna. Lo único que pueden ver esos moradores de la caverna es ese «teatro de sombras». Han estado sentados en la misma postura desde que nacieron y creen que las sombras son lo único que existe.
Imaginaos ahora que uno de los habitantes de la caverna empieza a preguntarse de dónde vienen todas esas sombras de la pared de la caverna, y al final, consigue soltarse. ¿Qué creéis que sucede cuando se vuelve hacia las figuras que son sostenidas por detrás del muro? Lo primero que ocurrirá es que la fuerte luz le cegará. También le cegarán las figuras nítidas, pues hasta ese momento, sólo había visto las sombras de las mismas. Si consiguiera atravesar el muro y el fuego, y salir a la naturaleza, fuera de la caverna, la luz le cegaría aún más. Por primera vez, vería colores y siluetas nítidas. Vería verdaderos animales y flores, de los que las figuras de la caverna sólo eran malas copias. Pero, también entonces, se preguntaría a sí mismo de dónde vienen esos animales y flores. Entonces vería el sol en el cielo, y comprendería que es el sol el que da vida a todas las flores y animales de la naturaleza, de la misma manera que podía ver las sombras en la caverna gracias a la hoguera.
Ahora, el morador de la caverna podría haberse ido corriendo a la naturaleza, celebrando su libertad. Pero se acuerda de los que quedan abajo en la caverna. Por eso vuelve a bajar. De nuevo abajo, intenta convencer a los demás moradores de la caverna de que las imágenes de la pared son sólo copias de las cosas reales. Pero nadie le cree. Señalan a la pared de la caverna, diciendo que lo que allí ven es todo lo que hay. Al final lo matan.
Lo que Platón describe en el mito de la caverna es el camino que recorre el filósofo desde los conceptos vagos hasta las verdaderas ideas que se encuentran tras los fenómenos de la naturaleza. Seguramente también piensa en Sócrates, a quien mataron los «moradores de la caverna» porque hurgaba en sus ideas habituales, queriendo enseñarles el camino hacia la verdadera sabiduría. De ese modo, el mito de la caverna se convierte en una imagen del valor y de la responsabilidad pedagógica del filósofo.
Lo que quiere señalar Platón es que la relación entre la oscuridad de la caverna y la naturaleza del exterior corresponde a la relación entre los moldes de la naturaleza y el mundo de las Ideas. No quiere decir que la naturaleza sea triste y oscura, sino que es triste y oscura comparada con la claridad de las Ideas. Una foto de una persona no tiene por qué resultar oscura y triste, más bien al contrario, pero sigue siendo sólo una imagen.
El mito de la caverna de Platón lo encontramos en el diálogo La República , en el que Platón nos proporciona una imagen del «Estado Ideal». Es decir, un Estado modelo imaginario o lo que suele llamar , un Estado «utópico». Podemos decir que Platón piensa que el Estado debe ser gobernado por los filósofos. Al explicar el por qué, toma como punto de partida la composición del ser humano.
Merece la pena señalar que él opinaba que las mujeres podían ser gobernantes del Estado, igual que los hombres , precisamente porque los gobernantes gobernarán el Estado en virtud de su razón. Él pensaba que las mujeres tienen exactamente la misma capacidad para razonar que los hombres, si reciben la misma enseñanza y son liberadas de cuidar a los niños y de las tareas domésticas.
En el siguiente artículo hablaremos de uno de sus alumnos en la Academia, el tercer gran filósofo de Atenas: Aristóteles.
platon articulo jpg

Platón