Gretel de Escalada, profesional de Antigimnasia

primero agradecerte que nos dediques tu tiempo para conceder una entrevista personal para «Al Día, con España y Chile».

 

Actualmente me dedico, básicamente, a coordinar sesiones de Antigimnasia en mi estudio personal, a la par que continúo investigando sobre la relación tan estrecha que nuestro cuerpo guarda con nuestros procesos emocionales. Dicho con otras palabras, cómo la manera de percibirnos y percibir el mundo que nos rodea define nuestra interacción con nosotros mismos y con el entorno e, inevitablemente, define la forma final de nuestro cuerpo, su capacidad de adaptación, su flexibilidad y amplitud de movimiento, su fuerza, su juventud, su salud.

Podríamos decir que mi interés sobre este tema surgió después de 5 años de tratar una escoliosis durante una época clave de mi vida, como fue la adolescencia, y descubrir la tremenda rigidez que el tratamiento había dejado en mi cuerpo. Una imperiosa necesidad de reconectar con él, de volver a sentirlo mío, guió mis primeros años de investigación. Fue recién cuando di con la Antigimnasia en 2004 que viví cambios sustanciales a nivel físico; cambios que inevitablemente invitan a uno a replantearse aspectos de nuestra vida a otros niveles. El cambio es cambio y siempre concierne a todo nuestro ser. Un cambio físico nunca es solo físico, del mismo modo que un cambio en la manera de sentirnos invita a nuestro cuerpo también a cambiar. Para ese entonces, la escoliosis había quedado ya en segundo plano dejando lugar a un interés por descubrirme, por liberar lo viejo, las tensiones que seguían en mi cuerpo ya sin razón de ser y que lo limitaban. La Antigimnasia se siente bien en el cuerpo y, citando palabras de una clienta: “al principio no entendía lo que hacíamos en las sesiones pero sentía que me hacía bien. Por eso continué viniendo”.

Durante unos años, mientras asistía a mis sesiones de Antigimnasia como clienta, coordinaba sesiones de postura sana y conciencia corporal en distintos espacios. En 2009 decidí comenzar la formación de Antigimansia y convertirme en profesional de esta técnica tan potente y beneficiosa.

Habiendo ya comenzado la formación de Antigimnasia decidí en 2010 dar cuerpo a la idea de un estudio personal en el cual pudiera atender adecuadamente a los interesados en participar en mis sesiones ya que hasta el momento trabajaba en una sala que hacía a la vez de espacio de trabajo, vestuario y despacho. Así comenzó un proyecto al que se sumaron los masajes, las flores de Bach, anatomía para bailarines, formación en masaje, danza del vientre terapéutica, entre otras propuestas. Sin embargo la Antigimnasia siempre ha sido la actividad troncal de mi trabajo.

Con el transcurso del tiempo, el espacio fue tomando identidad de centro de bienestar y exigía otras responsabilidades con las que no había contado, como coordinación de actividades, trabajo de secretaría y muchas más que me alejaban de mi proyecto original. Se hacía difícil poder dedicar el tiempo que cada persona merecía y encontrar espacios para la investigación. Así que en 2014 decidí renovarme y reabrí mi estudio en un espacio más adecuado que me permitió retomar mi proyecto como lo había pensado en sus orígenes.

La Antigimnasia es una técnica de bienestar que pertenece al ámbito de la prevención. También se auto-define como una pedagogía corporal. Consiste en un trabajo desde el cuerpo, un trabajo muscular y articular, que permite a nuestro cuerpo recuperar su soltura, fluidez y amplitud de movimiento, su juventud y salud. Se practica en sesiones grupales de hora y media semanales. El profesional de Antigimnasia describe el movimiento, nunca lo muestra, para proponer así una construcción del movimiento desde el interior; la mente busca conectar con los músculos adecuados para crear el movimiento que se pide. Muchas veces se piden movimientos que el cuerpo ha olvidado cómo hacer. Es el caso de cuando se pide mover el dedo gordo de un pie. A lo largo de la sesión, se prepara el cuerpo para llegar a un movimiento clave y complejo. Para entonces, uno descubre cómo puede realizarse un movimiento que, tal vez, antes parecía imposible. El objetivo principal es probar realizar los movimientos y descubrir qué puede hacer nuestro cuerpo y qué no, de momento; descubrir cómo se organiza nuestro cuerpo para llevar a cabo el movimiento que se le pide. En ningún momento es el objetivo primordial de la sesión que el movimiento se logre tal y como se describe. Es gratificante cuando esto ocurre pero es mucho más importante todo el proceso; proceso de búsqueda y observación que marcará la diferencia y permitirá el cambio. Y, ya que nuestra organización corporal responde a nuestra organización emocional, podemos decir que la Antigimnasia nos lleva a rever nuestra relación con nosotros mismos y con el mundo desde un trabajo con nuestro cuerpo.

La Antigimnasia fue creada por Thérèse Bherterat en Paris y nació en el año 1968 con el lanzamiento del libro “El cuerpo tiene sus razones”. Era la época en la que se buscaban nuevas “maneras de hacer” y surgían propuestas como la Anti-psiquiatría o la propia Antigimnasia, la cual planteaba una visión distinta, novedosa, sobre el cuerpo y el trabajo corporal. La Antigimnasia parte de la idea que todos somos bellos y perfectos y que lo que nos afea son las contracciones y torsiones que se afianzan en nuestro cuerpo a lo largo de los años. También entiende que dichas contracciones y torsiones son, en parte, resultantes de nuestra manera de sentir el mundo y de reaccionar ante él. Por ej.: si vivo una época de estrés, es muy probable que mi caja torácica pierda movilidad y mis hombros suban y se roten hacia delante, entre muchas otras respuestas. Todas ellas ocurrirán en la sombra, sin que sea consciente de que ello ocurre en mi cuerpo. Sentiré con el transcurrir del tiempo, eso sí, un dolor o molestia que se afianzarán como crónicos si la situación de estrés persiste. La Antigimnasia, gracias a unos sencillos movimientos, permite comprender estos procesos que vive el cuerpo y así entender qué hace y qué ha estado haciendo y, de esta manera, se abre una puerta al cambio. La Antigimnasia es tan eficaz a la hora de devolver a nuestro cuerpo su agilidad y bienestar porque nos brinda la posibilidad de llevar a la consciencia los actos inconscientes de nuestro cuerpo, descubrir qué contraemos y cuándo, qué ha estado haciendo nuestro cuerpo para que hoy, por ej. me duela el hombro derecho. Es recién cuando descubrimos lo que hay, cuando podemos sentirlo conscientemente, el momento en que podemos cambiar hacia el bienestar.

 

La Antigimnasia puede ser practicada por cualquier persona sana. Por sana me refiero a que es importante que el cuerpo no se encuentre en un proceso de rehabilitación. Tampoco es conveniente si la persona está medicada, por ejemplo, con antidepresivos o fuertes analgésicos. Básicamente, porque estas substancias dificultan la percepción. Sin embargo, estas situaciones suelen ser temporales, así que podríamos decir que cualquier persona podría practicar la Antigimnasia dependiendo del momento en el que uno se encuentra, físico, emocional y mental.

La Antigimnasia pertenece al ámbito de la prevención y no se define a sí misma como una terapia aunque sus beneficios son muy potentes y, por consiguiente, pueden ofrecer resultados terapéuticos.

Ya que la Antigimnasia sigue siendo novedosa y, a la vez, poco conocida, la mayoría de las charlas están destinadas a darla a conocer. Con la misma finalidad, cada tanto propongo talleres de Antigimnasia. Algunos gratuitos a modo de demostración, y otros talleres temáticos organizados en encuentros de 2 días (3 hs por día) para que la gente pueda vivir su experiencia de una manera más profunda. Sin embargo, es cuando uno comienza a practicar la Antigimnasia en los grupos regulares cuando comprende la magnitud del proceso que esta técnica propone. Y es, con la práctica regular, que el cambio es capaz de perdurar.

Otros talleres están orientados a transmitir el Masaje Grem, un método de masaje propio surgido de mis años de investigación y conocimientos en lo referente a la organización corporal y emocional. Asimismo, talleres de anatomía aplicada al masaje y a la danza son programados a lo largo del año. También, un taller en el que enseño la dinámica del test kinesiológico como un recurso para terapeutas y, por qué no, para uno mismo a nivel personal.

Mi especialidad en lo referente al masaje es el Masaje Grem. El masaje Grem se define por su peculiar visión respecto a la persona que recibe el masaje, al terapeuta y al masaje en sí, más que por toques de masaje específicos. Este método de masaje entiende que cada persona tiene su historia y que dicha historia se encuentra plasmada en todo su ser y, por lo tanto, en su cuerpo. También, que su organización corporal, sus tensiones, rigideces, responden a una organización emocional, a la manera de sentir el mundo y reaccionar ante él. Por lo tanto, hasta un masaje que simplemente busca aliviar el dolor que provoca una contractura implica una toma de contacto con la historia de la persona, con su manera de sentir, de reaccionar, con el modo de relacionarse con el mundo y con ella misma. Si como terapeutas tenemos en cuenta este hecho, junto con el revolucionario concepto descubierto por Françoise Mézières que nos muestra cómo nuestro cuerpo está organizado en cadenas musculares y respetamos su funcionamiento e interacción entre ellas, entonces los resultados del masaje son altamente beneficiosos y duraderos.

Como decía anteriormente, el Masaje Grem nace de los conocimientos e inquietudes adquiridos a lo largo de mis años de trabajo, estudio e investigación. Representa un buen recurso tanto para aliviar dolores por contracturas y devolver al cuerpo su flexibilidad como para disfrutar de un momento de presencia, calmar el estrés o incluso desprenderse de cargas emocionales antiguas que limitan nuestro presente. Para un buen resultado, lo ideal es una hora de un masaje de cuerpo entero, sin embargo, a veces la persona necesita una experiencia menos comprometida que le permita conocer el masaje y sus resultados en su cuerpo. Para estas situaciones se propone un masaje de media hora de cuerpo entero o, incluso, de una zona refleja del cuerpo como es la cara o los pies. Y, finalmente, un masaje con flores de Bach aplicadas directamente a la piel es capaz de ofrecer resultados aún más efectivos a la hora de liberar tensiones tanto físicas como emocionales.

 

Quienes deciden comenzar un proceso personal con flores de Bach muchas veces se encuentran en un momento en el que emociones fuertes les incomodan y limitan en el día a día. Con emociones fuertes me refiero a aquellas que no son agradables de sentir como el miedo, la tristeza profunda, la inseguridad, la confusión, el estrés, entre otras. Las Flores de Bach, acompañadas de una buena entrevista, son un muy buen recurso para apaciguar y traer calma a la persona, a la vez que facilitan la comprensión de la raíz de aquello que acontece, con la finalidad de vislumbrar una salida que permita a la persona desprenderse a aquello que le impide vivir plena y felizmente en el presente.

En 2015 propuse un retiro de Antigimnasia en La Garrotxa de tres días y fue una experiencia realmente interesante. La Antigimnasia es una técnica que despierta la percepción tanto interna como del entorno así que pensé “qué mejor que llevar la Antigimnasia a plena naturaleza”. El retiro estaba enfocado en nuestra capacidad de agudizar los sentidos y en el estar presente en el aquí y ahora. Para ello, hicimos las sesiones al aire libre. El último día estuvimos realizando los movimientos en una poza con una pequeña y bonita cascada de fondo. La mitad de los participantes realizaba la sesión sobre unas piedras en el agua y el resto en la orilla, sobre el césped.

Cuando uno asiste a estos encuentros trae su propia inquietud, ya viene con un interés consciente o inconsciente sobre aquello que quiere comprender, cambiar, experimentar. Para algunas personas se trataba de sentirse mejor en su propio cuerpo, de sentirse más flexibles, con menos molestias y más comodidad. Para otras, predominaba las ganas de encontrar un momento de calma frente al estrés de su cotidianidad. En todos los casos, sin excepción, encontraron aquello que habían ido a buscar.

El premio llegó en el momento ideal, cuando había decidido reconducir mi proyecto según lo había planteado originalmente. Un momento de cambio y de reajuste que implicaba un nuevo espacio físico de trabajo y rever la dirección que decidiría tomar como profesional de Antigimnasia, terapeuta y docente.

La entrega de premios fue una nueva y agradable experiencia por el reconocimiento a los frutos de mi trabajo, por la amabilidad y simpatía de la gente que organizaba el evento y por su muy positiva repercusión mediática.