Premio Princesa de Asturias 2015 de Comunicación y Humanidades

Emilio Lledó ha ganado el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. Seis meses después de recibir el Premio Nacional de las Letras por su dilatada trayectoria literaria como referente intelectual y ético, Lledó acumula una nueva distinción, la cuarta que recibe en los últimos meses (también obtuvo el premio Antonio de Sancha por su defensa de la lectura y el Premio Internacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña, en México). El jurado, presidido por el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, acuerda concederle el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2015.
Pensador de relevancia internacional y de trayectoria ejemplar en el ámbito de las humanidades, Lledó concibe la Filosofía como meditación sobre el lenguaje y subraya la tendencia natural del ser humano hacia la comunicación. De este modo, hace suya la razón ilustrada a través de un diálogo que impulsa la convivencia en libertad y democracia.
Emilio Lledó Íñigo (Sevilla, 1927), filósofo español, realizó sus estudios en Madrid y en Heidelberg, en donde tuvo como profesores a filósofos como Löwith y Gadamer. Fue lector en el Romanisches Seminar de la Universidad de Heidelberg, y asistente en el Philosophisches Seminar, de la misma universidad, entre los años 1956 y 1962.
Entre 1964 y 1967 fue catedrático de Filosofía en la Universidad de La Laguna, y entre 1967 y 1978, en la de Barcelona. En 1978 pasó a ser catedrático de Historia de la Filosofía en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), con sede en Madrid. Entre sus distinciones cabe citar el Premio Alexander von Humbolt, otorgado en Bonn, en 1991, y el Premio Nacional de Ensayo de 1992. Fue «Fellow» del Wissenschaftkolleg de Berlín.
Emilio Lledó centró sus intereses filosóficos en el problema del lenguaje, entendido como el exclusivo vehículo que lleva al hombre al filosofar. Trató de plantear la metodología de una semántica filosófica a partir de investigaciones lingüísticas y filológicas, buscando justificar la abstracción del pensamiento a partir de los condicionantes materiales en que se produce el pensar humano.
Lledó defendió la teoría de que el pensar, siempre vehiculado mediante el lenguaje, es un modo de instalarse el hombre en el mundo. A ese propósito, ha sido la filosofía griega el paradigma de discurso filosófico que Lledó investigó mayormente en busca de las claves que, de algún modo, desmitifiquen ese modo de producción humano llamado filosofía.
En diversos estudios, Lledó abordó el problema de las relaciones entre filosofía y sociedad, entre teoría y praxis, entendiendo siempre la historia como memoria colectiva. En tanto que el filosofar forma parte de esa memoria colectiva, el estudio de la historia de la filosofía no debería desviarse de un análisis claro y contextualizado de tal memoria, imbricando el estudio y descripción de los diversos filosfemas con el resto de la producción cultural y social de su tiempo.
Gran defensor de las humanidades y de la necesidad de que su presencia aumente en la enseñanza española, Lledó entiende, frente a quienes las consideran ciencias inútiles, que literatura, artes, filosofía e historia enriquecen la mente.
Sus investigaciones apuntaron últimamente al planteamiento de una pregunta crucial: «¿para qué la filosofía?». Si aún ha de existir discurso filosófico hoy, éste debe ceñirse a las voces de la historia presente, atendiendo preferentemente a los problemas del lenguaje, del comportamiento individual y social, a la crítica de nuestras concepciones del mundo, y al uso que deba darse al saber. Lledó es autor de numerosos artículos publicados en las más prestigiosas revistas filosóficas españolas e internacionales. Entre sus libros cabe citar: El concepto de Poíesis en la filosofía griega (1961); Filosofía y lenguaje, de 1970; La filosofía hoy (1975); Lenguaje e Historia (1978); El Epicureísmo (1984); La memoria del Logos (1984); El silencio de la escritura (1991); El surco del tiempo (1992), y Días y libros (1994), entre otros.