al-dia-salud-apego5En el momento en que los bebés llegan al mundo, están dispuestos para expresar y comunicar sus necesidades. En la medida que los padres o cuidadores tienen la capacidad de reconocer lo que necesitan y por sobretodo de brindárselo, comenzamos a enseñarles el mundo en el cual habitan. Si bien este proceso recíproco entre padres e hijos se desarrolla y fortalece diariamente; es uno de los más importantes y significativos en la vida de una persona.
En la actualidad existe un cierto acuerdo respecto de cómo la forma de apego adquirido durante la primera infancia, termina prolongándose como un futuro patrón del comportamiento en la etapa adulta de un niño y niña. Asimismo existe una convención de que los hijos crecen seguros de sí mismos cuando sus figuras significativas, sus padres o cuidadores directos, han construido un apego o vínculo seguro y afectivo.
En base a lo anterior, autores han manifestado que entre la madre y el bebé se generan encuentros sensoriales y afectivos que van modelando la organización mental del bebé (Lecannelier Felipe, 2006, Apego e intersubjetividad I). Las constantes interacciones afectivas del bebé con sus padres, como por ejemplo, jugar, mirarse mutuamente, reír, son reconocidos como patrones de comunicación. Los niños y niñas necesitan y requieren una organización interna (mental y emocional), siendo facilitada directamente por la forma de apego que sus padres establecen con ellos.al-dia-salud-apego10
La relación con sus figuras de apego, facilita la construcción de un modelo de sí mismo y de su entorno, en función del desarrollo cognitivo y afectivo que le permitirá comprender y enfrentar la realidad, relacionarse de manera adecuada con un tercero y por sobretodo, adquirir adecuadas estrategias de resolución de conflictos.
Como dice Griffin y Bartholomew (199,citado en Sanchis, 2008) las formas de apego se desarrollan en forma temprana y poseen alta probabilidad de mantenerse durante toda la vida.
El tipo de relación en que las figuras de apego establecen con el niño o niña durante los primeros años de vida, sientan la bases para la regulación del estrés frente a situaciones límites o impredecibles durante los años posteriores.
al-dia-salud-apego6Las relaciones tempranas o la forma de apego negligente y abusivo, generará patrones conductuales desorganizados y disruptivos en posteriores etapas del ciclo vital, y no tan sólo desde lo comportamental, sino también a nivel afectivo, cognitivo y social. Esto, alude a que la forma de relación que el niño y niña establece con sus “cuidadores” es mucho más trascendental que la relación proveniente desde el ambiente. Este tipo de apego es posible evidenciarlo desde la etapa del embarazo, toda vez que la madre presenta consumo de sustancias tóxicas, como alcohol y/o drogas y estar sujeta a constantes situaciones que gatillan elevados niveles de estrés, angustia o ansiedad; al-dia-salud-apego1perjudicando el desarrollo cerebral normal del feto.
Estudios señalan que el establecimiento de un apego de tipo inseguro, podrán tener una mayor probabilidad a que los niños y niñas presenten un mayor riesgo de trastornos de la conducta alimentaria, trastorno oposicionista desafiante, agresividad e impulsividad durante la etapa escolar, dificultades en el reconocimiento y regulación de sus emociones, mayores niveles de estrés, mayor riesgo de desarrollar trastornos ansiosos en la adolescencia y de síntomas disociativos tempranos, entre otros problemas de alta complejidad (Soares y Dias, 2007; Finzi et al., 2001).
Por su parte, los padres que establecen un estilo de apego seguro y sano, permiten la generación de un equilibrio interno en el niño y niña, en relación al fortalecimiento de un área cognitiva más flexible, con un nivel de estrés y ansiedad mínimo y aún cuando experimentan situaciones de estrés o conflictivas, resuelven de manera eficiente, reorganizando sus esquemas y realidades.
al-dia-salud-apego9A modo de reflexión, la forma de apego que los padres establecen con sus hijos se debe traducir en un proceso continuo y constante. A medida que avanza el crecimiento de los niños y niñas y se van sintiendo más seguros y confiados en sí mismos, los padres cumplen el rol de facilitadores aun en la etapa de la adolescencia, pues necesitan mantenerse en un lugar seguro, que les permita contar con figuras de apego protectoras y acogedoras.
Los vínculos afectivos se establecen durante el primer año de vida y se van fortaleciendo a lo largo de la infancia y adolescencia, permitiendo que nuestros hijos se transformen en adultos con una mejor calidad de vida y así como también que las figuras de apego, cumplan un rol parental con un mayor equilibrio y felicidad.

 

Ps. Francisca Bustamante
Psicóloga clínica
Directora Centro Psicológico Reverie
www.reverie.cl