La palabra Ikebana 生け花 ó いけばな «flor viva colocada»
denomina el arte japonés de arreglo floral.

Desde Occidente, puede interpretarse como unas normas para realizar arreglos florales con una estética distinta a la occidental.
Ikebana es un antiguo arte que emerge de un respeto hacia la naturaleza profundamente arraigado en la cultura japonesa; el ikebana es una disciplina basada en una forma de vivir en comunicación con la naturaleza– un do o filosofía.
Se trata de la composición de motivos decorativos mediante flores, aunque también ramas, hojas, frutos y semillas. Además de su propósito estético, también se utiliza como método de meditación, ya que está conectado con el flujo de las estaciones y ciclos de la vida.
El origen de este arte, de más de 500 años de historia, fue religioso, pero actualmente se ha exportado a todo el mundo, y se ha convertido en un hobby de la clase alta europea y norteamericana.
A menudo se hace hincapié en otras áreas de la planta, tales como tallos y hojas, y llama la atención hacia la forma, línea, etc. Aunque ikebana es una expresión creativa, tiene ciertas reglas que rigen su forma. La principal regla es que todos los elementos utilizados en la construcción deben ser de origen orgánico, ya sea ramas, hojas, hierbas, o flores. La intención del artista detrás de cada disposición se ilustra a través de combinaciones de colores de una pieza, las formas naturales, líneas elegantes y generalmente implica el sentido de la disposición.
El aspecto espiritual de Ikebana se considera muy importante para sus practicantes. El silencio es una necesidad durante las prácticas de ikebana. Es un tiempo para apreciar las cosas en la naturaleza que las personas suelen pasar por alto debido a sus ocupadas vidas. Uno llega a ser más paciente y tolerante hacia las diferencias, no sólo en la naturaleza, sino también en general. Ikebana puede inspirar a identificar con la belleza en todas las formas de arte. Este es también el momento en que uno siente la cercanía a la naturaleza que ofrece la relajación de la mente, cuerpo y alma.
Hoy tenemos con nosotros a una gran experta sobre Ikebana, Assumpció Ballús:
Assumpció muchas gracias por concedernos esta entrevista sobre Ikebana para nuestro Blog.

– ¿Cuál es el origen de la palabra Ikebana?
La etimologia de la palabra ikebana viene dada por dos kanjis: ike = agua, vida
y hana o bana = flor
por lo que podría traducirse como: Flor viva o dar vida a las flores.
– Parece que es más que un simple arreglo floral.
La definición de arreglo floral, no contempla la sutileza y profundidad de esta disciplina. Aunque puede dar la impresión de que el ikebana es un mero entretenimiento, una técnica de floristería para el adorno de interiores, no es este el objetivo de su práctica, aunque el resultado final es indudablemente decorativo. El camino o proceso que se sigue hasta llegar a la obra concluida, es más importante que el resultado. Un ikebana es la expresión y reflejo del alma del que lo realiza.
Assumpció Ballús

– Un poco de historia para ponernos en situación.

En los templos budistas se realizaban ofrendas florales que los monjes después arreglaban armoniosamente. Así nació el ikebana. A través de los tiempos y demostrando una atenta observación del mundo natural fueron surgiendo las reglas, por las que aún hoy, se rigen los ikebanas tradicionales, pues la vida vegetal sigue desarrollándose tal y como ellos observaron.
Fue en el siglo XV cuando el ikebana salió de los templos y empezó a ser practicado por la aristocracia y samuráis. Hasta el siglo XVIII no fueron aceptadas las mujeres en este, hasta entonces, restringido mundo del ikebana.

– Lo más utilizado para su elaboración son esencialmente flores, hojas ramas y frutos.
Todo el material vegetal que empleamos es fresco. Jamás se usan flores artificiales o secas, aunque el estilo suikei (paisaje), pueden emplearse troncos secos o piedras y en el Jiyuka (estilo libre) puede decirse que existe libertad para usar otros tipos de material, incluso plástico, pero usamos flores frescas como motivo principal. (Cuando hablamos de flores, en realidad nos referimos a todas las partes de una planta, flores, hojas, ramas…)
– Parece que existen varios estilos.
Hay cinco estilos básicos, más sus variantes tradicionales y contemporáneos.
Moribana. En recipiente bajo y de boca amplia.
Suikei. Paisaje. Variante del Moribana.
Nageire. En recipiente alto.
Jiyuka. Estilo libre.
Shoka. Estilo tradicional basado en el crecimiento ideal de una planta.
Rikka. Estilo tradicional representando un gran paisaje ideal del monte sagrado Meru.
Sólo la escuela Ikenobo (Kyoto) enseña este último estilo. Ikenobo es la escuela cuna del ikebana cuya tradición se remonta 550 años de antigüedad.
– El aspecto espiritual del Ikebana.
Otro nombre para designar el ikebana es Kado, «el camino de las flores».
A menudo las formas de arte japonés llevan el sufijo Do en su nombre, como por ejemplo: Judo, el arte de la autodefensa. Shodo, el arte de la caligrafia. Sado, el arte de la ceremonia del té, etc.
Este sufijo Do significa «camino» y se entiende como una vía espiritual, una manera hacia la maduración del espíritu y el autoconocimiento mediante la disciplina escogida, en este caso el ikebana, es decir, las flores.
Es éste un camino tan lleno de belleza que realmente se hace muy fácil transitar por él a lo largo de toda la vida.

– ¿Qué valores aprenden sus alumnos en su escuela?

Cuando practicamos ikebana, viene dado de forma implícita un profundo respeto y amor a la naturaleza que por supuesto en la escuela inculcamos enseñando a «mirar» con los ojos y el corazón, para ver la belleza esencial de la flor.
Aprendemos también a valorar y disfrutar el momento presente, «el aquí y ahora» que es irrepetible. Serenamos nuestro ánimo y buscamos la calma en nuestro interior de manera que todo el proceso de la realización del ikebana se convierte en una meditación activa.
La contemplación de un ikebana implica también al observador atento, pues nos lleva a reflexionar acerca de la belleza de la vida, del paso del tiempo, pues el ikebana es un arte efímero. Una flor hermosa no lo es menos porque tenga una corta vida. Más bien al contrario. Disfrutemos la belleza del momento que vivimos!

Assumpció Ballús
Jyunsourei