Conociendo el desierto del Norte (Ayquina, año 2011) al-dia-entrevistas-cesar-parcero-tres

Conociendo el desierto del Norte (Ayquina, año 2011)

Nacido en Santiago de Compostela, es Licenciado en Historia, especialidad Prehistoria y Arqueología, por la Universidad de Santiago de Compostela y Doctor en Historia por la misma USC. En la actualidad es investigador en el Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit), un centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Santiago de Compostela. Su actividad investigadora se centra en el estudio de lo que los arqueólogos denominan «las sociedades intermedias» (esto es, los momentos más próximos al final de la prehistoria), el análisis espacial del registro arqueológico y la aplicación de tecnologías digitales para arqueología y patrimonio.
Ha participado en el equipo de trabajo de más de 30 proyectos y contratos de I+D vinculados al ámbito de la arqueología y el patrimonio; es autor y coautor de cerca de 70 publicaciones científicas entre artículos, monografías y contribuciones a libros, además de documentos científico-técnicos.
Ha impartido clases, ponencias y conferencias en programas de doctorado, máster y cursos de postgrado en diferentes instituciones de España y Latinoamérica.
Hoy en nuestro Magazine, tenemos el honor de entrevistar a este gran profesional, que nos hablará sobre su proyecto de investigación arqueológico sobre asentamientos prehispánicos en Chile.

Buenos días Sr Parcero, ante todo agradecerle su amabilidad en concedernos esta entrevista personal para nuestro Magazine.
– ¿En qué momento decidió que quería dedicarse a la arqueología?
Hola, y gracias a vosotros por interesaros por mi trabajo. La verdad es que desde siempre tuve interés por eso que

De turista, contando piedras ante la gran pirámide de Giza (Egipto, año 2010)

De turista, contando piedras ante la gran pirámide de Giza (Egipto, año 2010)

hoy en día se llaman las humanidades, ya desde pequeño me interesaban la historia, el arte y el estudio del pasado. Mi decisión de estudiar historia fue algo que realmente tuve siempre claro. En Europa, a diferencia de América, la arqueología es parte de los estudios de historia (en América está más bien vinculada a la antropología), y fue estudiando en la universidad cuando conocí más directamente la arqueología y me interesé por ella.

– ¿Cuál es su línea de investigación?
Desde que empecé en el mundo de la investigación me he interesado por dos cosas principalmente. La primera es por el estudio de algo que en arqueología se define como, entre otros términos posibles, las “sociedades intermedias”. Este término tan extraño se refiere a aquellos momentos del pasado donde no encontramos ni grandes imperios y estados (como los romanos o los inkas) ni grupos humanos con un bajo grado de complejidad (como los cazadores-recolectores del Paleolítico o los primeros agricultores de la historia). Sociedades de este estilo, con grandes diferencias entre ellas, existieron en muchos lugares del mundo y en muchas épocas de la historia. Personalmente me interesaron en principio las sociedades de lo que en Europa llamamos “Edad del Hierro”, que son las anteriores a la expansión del imperio romano. Y, más recientemente, he tenido ocasión de trabajar en Sudamérica estudiando sociedades del llamado “Período Intermedio Tardío”, anteriores a la expansión de los Inkas. Aunque entre ellas hay casi 2.000 años de separación, en términos de cómo se organizaban hay bastantes similitudes, así como también en el hecho de que en ambos casos fueron integradas en un gran imperio. Entender qué cambios ocurren cuando pasa esto es también un problema histórico muy interesante.
La segunda línea que siempre me ha interesado es el estudio arqueológico desde una perspectiva más bien geográfica, algo que llamamos “arqueología del paisaje”. Esto significa hacer arqueología no sólo en esos lugares concretos llamados sitios arqueológicos, sino entender que todo el paisaje que nos rodea hoy en día es algo así como un enorme sitio arqueológico, el resultado de lo que los humanos que nos precedieron hicieron o dejaron de hacer. Y que, al igual que hoy en día podemos ver marcas de actividad humana en casi cualquier lugar del paisaje (caminos, casas, campos de cultivo, minas, plantaciones forestales…), en muchos momentos del pasado las personas fueron igualmente modificando el paisaje más allá de los lugares concretos donde vivían y se enterraban (que es lo que generalmente son los sitios arqueológicos). Así, observando cualquiera de esos sitios arqueológicos nos hacemos preguntas como: ¿cómo era el entorno de esos sitios en el pasado? ¿Por qué las personas decidieron vivir, o enterrarse, en esos lugares y no en otros, qué cosas había en ese espacio que hizo que lo eligieran? ¿Cuál es el origen de esta o aquella forma de manejar el entorno, de cultivar el terreno, de desplazarnos desde un lugar a otro por este o aquel camino concreto? ¿Qué maneras diferentes de concebir, organizar y manejar el entorno tenían los grupos de la Edad del Hierro y los Romanos, o los grupos del Período Intermedio Tardío y los Inkas? ¿Qué nos dicen esas diferencias acerca de sus distintas formas de entender el mundo?

– Ud. ha participado en varios proyectos, ¿cuáles considera los más destacables?
Bueno, lo que uno está haciendo en cada momento es siempre lo que más ocupa su entusiasmo. Como decía hace un

Recorriendo las tierras bajas de Uruguay para visitar algunos conjuntos de los llamados “Cerritos de indios” (departamento de Rocha, año 2015)

Recorriendo las tierras bajas de Uruguay para visitar algunos conjuntos de los llamados “Cerritos de indios” (departamento de Rocha, año 2015)

momento, en la actualidad llevo 6 años colaborando con colegas chilenos y norteamericanos en un proyecto en el área de Atacama, que es ciertamente algo fascinante por muchas razones: por el tipo de lugares arqueológicos que allí se encuentran, por el enorme contraste de ese paisaje con el que yo estoy acostumbrado a conocer, por lo interesante que resulta compartir y colaborar con colegas procedentes de otros contextos académicos… Por supuesto no es que no me interesen ya otros proyectos anteriores, pero el trabajo en Chile está resultando ciertamente excepcional.

– ¿Sobre qué temáticas ha basado sus publicaciones y documentos científico-técnicos?
Pues esencialmente sobre esos dos temas principales de los que hablaba hace un momento. Por un lado, acerca de cómo eran esas sociedades de la Edad del Hierro, cómo manejaban su entorno, qué tipo de cosas hacían para ordenar y dar sentido al paisaje que ocupaban. Por otro lado, acerca de qué herramientas podemos usar en arqueología para responder a ese tipo de preguntas, y especialmente cómo podemos usar los ordenadores para entender mejor el pasado arqueológico de una región.

– Explíquenos, ¿cómo es el desarrollo desde que comienza hasta que termina un proyecto de investigación?

Un descanso en el trabajo de campo en una de las primeras visitas a Atacama (área de las vegas de Turi, 2011)

Un descanso en el trabajo de campo en una de las primeras visitas a Atacama (área de las vegas de Turi, 2011)

Sin duda todo ha de partir de una idea, de hacerse alguna o algunas preguntas; encontrar respuestas a esas preguntas es el objetivo de eso que llamamos proyectos de investigación. Y de hecho un buen proyecto ha de ofrecer no sólo buenas respuestas a buenas preguntas, sino también abrir el camino para nuevas preguntas que explorar en el futuro. Así pues, en el inicio de cualquier proyecto ha de haber mucho de curiosidad, concretada en algunas buenas preguntas.
Una vez que uno tiene claras esas preguntas, lo siguiente es pensar en cuál es la mejor forma de responderlas: qué datos se necesitan para obtener esas respuestas, dónde están esos datos si es que ya existen, dónde conseguirlos si todavía no existen, qué técnicas y métodos de trabajo hacen falta para analizar esos datos, y qué personas hay que sepan manejar esos métodos se pueden sumar a ese proyecto.
Y esto nos lleva a la parte menos atractiva de cualquier proyecto, pero cada vez más necesaria: conseguir los recursos que permitan juntar un equipo y realizar el trabajo necesario para obtener y analizar todos los datos en que hemos pensado. Investigar es algo que cuesta dinero, más o menos dependiendo de en qué tema y con qué herramientas se investigue, pero conseguir ese dinero toma mucha parte de nuestro tiempo, y muchas veces sin éxito.

– Nos gustaría saber más acerca de su proyecto de investigación arqueológico sobre asentamientos prehispánicos en Chile.
Pues volviendo a una pregunta anterior, te puedo hablar de este proyecto siguiendo esas fases de las que hablaba a la hora de realizar una investigación. Nuestra pregunta principal en este caso era cómo se organizaron las poblaciones locales de una zona ambientalmente tan extrema como Atacama para, entre los siglos X y XVI (hasta la llegada de los españoles), ser capaces de crear unos amplios y complejos espacios de terrazas de cultivo en pleno desierto. Detrás de esta pregunta inicial hay muchas otras más concretas: qué tecnologías manejaron para hacerlo, cómo manejaban el agua, qué cosas cultivaban, cómo se organizaba el trabajo adentro de las comunidades, qué cambios ocurrieron cuando esta zona fue incorporada al imperio Inka… Y todo ello nos lleva también a preguntas que conducen al presente: qué podemos aprender de esas formas de manejo del medio en el pasado, cómo de antiguos son los saberes ancestrales de las comunidades indígenas actuales de la zona, cómo de inevitables son los cambios actuales en el ambiente de esa región.
Dado el amplio abanico de preguntas ahí existente, el proyecto necesitaba de la colaboración no sólo de arqueólogos, sino también de otros colegas expertos en el análisis de suelos, el análisis de restos de plantas, la reconstrucción de las condiciones ambientales del pasado (eran períodos más o menos secos que hoy), el fechado de diferentes tipos de restos (cómo de antiguas son las cosas que encontramos en los sitios, por cuánto tiempo se usaron los poblados, los campos, los canales…).
En lo concreto, en el proyecto estamos trabajando en la zona de las vegas de Turi, en el Loa, donde se conserva uno de los sitios arqueológicos más impresionantes del norte de Chile (el pukará de Turi), así como otros sitios más pequeños pero no menos interesantes, como los de Paniri y Topaín, donde hay restos muy bien conservados de campos de cultivo y canales de riego de hace 500-800 años.

– ¿Está preparando futuras investigaciones a corto plazo?
Bueno, uno siempre tiene ideas acerca de posibles proyectos, pero también una capacidad limitada para atenderlas.

Trabajo de campo en el área de las vegas de Turi (año 2013)

Trabajo de campo en el área de las vegas de Turi (año 2013)

Por el momento creo que el proyecto en Chile todavía tiene recorrido en los próximos años y espero poder seguir trabajando en él durante un tiempo.
Además de esto, hay otros dos ámbitos en los que he estado trabajando de manera más indirecta en estos años y que me gustaría poder atender con más detalle en el futuro. Por trabajar de manera indirecta me refiero a que he estado supervisando el trabajo de investigación de estudiantes de doctorado, lo cual supone una forma indirecta de estar involucrado en una investigación. El primero de esos ámbitos es el de la detección de sitios arqueológicos mediante el empleo de algo que llamamos “tecnologías no invasivas”: imágenes de satélite, fotografías aéreas, datos de sensores laser…, que en los últimos años se han hecho cada vez más numerosos y útiles para descubrir sitios arqueológicos en lugares que incluso se daban por bien reconocidos en el pasado. El segundo ámbito es el del estudio de las poblaciones de lo que en Europa se llama la “Edad del Hierro”, el período inmediatamente anterior al imperio romano. Este es el ámbito en el que realicé mi tesis doctoral, trabajando en Galicia, con el que nunca he dejado de estar relacionado, y al que me gustaría regresar con más dedicación en el futuro.

Señor Parcero gracias de nuevo por atendernos y concedernos tan interesante entrevista, desde nuestro Magazine le deseamos muchos éxitos profesionales.