Aristóteles no era ateniense. Provenía de Macedonia y llegó a la academia de Platón cuando éste tenía 61 años. Era hijo de un reconocido médico y por lo tanto, científico. Este hecho dice ya algo del proyecto filosófico de Aristóteles. Lo que más le preocupaba era la naturaleza viva. No sólo fue el último gran filósofo griego; también fue el primer gran biólogo de Europa.
Podríamos decir que Platón estuvo tan ocupado con «los moldes» o «ideas eternas» , que no había reparado en los cambios en la naturaleza. Aristóteles, en cambio, se interesaba precisamente por esos cambios , o lo que hoy en día llamamos «procesos de la naturaleza».
Aristóteles se puso de rodillas en la tierra para estudiar peces y ranas, flores y anémonas.
Podríamos decir que Platón sólo usaba su inteligencia, y Aristóteles también usaba sus sentidos.
También en la forma en la que escriben, hay una gran diferencia entre ellos. Platón era un poeta, un creador de mitos; los escritos de Aristóteles son áridos y minuciosos como una enciclopedia. Se nota en mucho de lo que escribe que él se basa en su estudio de la naturaleza.
En la Antigüedad se habla de hasta 170 títulos escritos por Aristóteles, de los que se han conservado 47. No se trata de libros acabados. Los escritos de Aristóteles son en general apuntes para lecciones. También en la época de Aristóteles la filosofía era ante todo una actividad oral.
La gran importancia de Aristóteles en la cultura europea se debe al hecho de que fuera él quien creara el lenguaje profesional que las distintas ciencias emplean hasta hoy en día. Fue el gran sistematizador que fundó y ordenó las distintas ciencias.
Aristóteles escribió sobre todas las ciencias, aunque sólo mencionaremos algunos de los campos más importantes.
Como los filósofos anteriores a él, Platón deseaba encontrar algo eterno e inmutable, en medio de todos los cambios. Encontró las ideas perfectas, que estaban muy por encima del mundo de los sentidos.
Aristóteles pensaba que Platón había dado la vuelta a todo. Estaba de acuerdo con su profesor en que el caballo individual «fluye» , y que ningún caballo vive eternamente. También estaba de acuerdo en que el «molde de caballo» es eterno e inmutable. Pero la «idea de caballo» no es más que un concepto que los seres humanos nos hemos formado después de ver un cierto números de caballo. Eso quiere decir que la «idea » o la «forma» de caballo no existen en sí. «Forma » del caballo es , para Aristóteles, las cualidades del caballo o lo que hoy en día llamamos «especie».
Para ser más preciso: con «forma» del caballo , Aristóteles quiere designar lo que es común para todos los caballos. Para Aristóteles las formas de las cosas son como las cualidades específicas de las cosas.
Esto quiere decir que Aristóteles está en desacuerdo con Platón en que la «idea de gallina» sea anterior a la gallina. Lo que Aristóteles llama «forma de gallina», está presente en cada gallina, como las cualidades específicas de la gallina; por ejemplo, el hecho de que ponga huevos. De ese modo la propia gallina y la «forma» de gallina son tan inseparables como el cuerpo y el alma.
Nos encontramos ante un cambio radical en la manera de pensar. Para Platón, el mayor grado de realidad es lo que pensamos con la razón. Para Aristóteles era igual de evidente que el mayor grado de realidad es lo que sentimos con los sentidos. Aristóteles opina que lo que hay en el alma del ser humano , son meros reflejos de los objetos de la naturaleza. Es decir, la naturaleza es el verdadero mundo.
Aristóteles señaló que no existe nada en la mente que no haya estado antes en los sentidos, y Platón podría haber dicho que no hay nada en la naturaleza que no haya estado antes en el mundo de las Ideas. Aristóteles opinaba que Platón «duplicaba el número de las cosas». Él pensó que todo lo que tenemos dentro de pensamientos e ideas ha entrado en nuestra conciencia a través de lo que hemos visto y oído. Pero también tenemos una razón innata con la que nacemos. Tenemos una capacidad innata para ordenar todas nuestras sensaciones en distintos grupos y clases. Así surgen los conceptos «piedra», «planta», «animal» y «hombre». Así surgen los conceptos «caballo», «pez» y «canario».
Aristóteles no negó que el hombre tuviera una inteligencia innata. Al contrario, creía que es precisamente la razón la que constituye la característica más destacada del ser humano. Pero nuestra inteligencia está totalmente vacía antes de que sintamos algo. Por lo tanto el ser humano no puede nacer con idea alguna.
Aristóteles constata que la realidad está compuesta de una serie de cosas individuales que constituyen un conjunto de materia y forma. La «materia» es el material del que está hecha una cosa, y la «forma» son las cualidades específicas de la cosa.
De esta manera, la «forma» de la gallina son las propiedades específicas de la especie «gallina» o lo que hace la gallina. Cuando la gallina muere, la «forma» de la gallina deja de existir. Lo único que queda es la «materia» de la gallina. Pero entonces ya no es una gallina.
Aristóteles se interesaba por los cambios que tienen lugar en la naturaleza. En la «materia» siempre hay una posibilidad de conseguir una determinada «forma». Podemos decir que la materia se esfuerza por hacer realidad una posibilidad inherente. Cada cambio que tiene lugar en la naturaleza es, según él, una transformación de la materia de posibilidad a realidad. Todas las cosas de la naturaleza tienen una posibilidad inherente de realizar o concluir una determinada «forma».
Un huevo de gallina tiene una posibilidad inherente de convertirse en gallina, lo cual no significa que todos los huevos de gallina acaben convirtiéndose en gallinas, pues algunos acaban en la mesa del desayuno como huevo pasado por agua, tortilla o huevos revueltos , sin que la «forma» inherente del huevo llegue a hacerse realidad. Pero también resulta evidente que el huevo de gallina no puede convertirse en un ganso. Esa posibilidad no está en el huevo de gallina. Así vemos que la «forma» de una cosa nos dice algo sobre la «posibilidad» de la cosa, así como sobre las limitaciones de la misma.
Al hablar Aristóteles de la «forma» y de la «materia» de las cosas, no se refería únicamente a los organismos vivos. De la misma manera que la «forma» de la gallina es aletear, poner huevos y cacarear, la «forma» de la piedra es caer al suelo. Naturalmente, puedes levantar una piedra y tirarla muy alto al aire, pero no puedes tirarla hasta la luna porque la naturaleza de la piedra es caer al suelo.
Aristóteles tenía una visión muy particular de las relaciones causa-efecto en la naturaleza.
Cuando hoy en día hablamos de la «causa» de esto y de lo otro, nos referimos a cómo algo sucede. El cristal se rompió porque Pedro le tiró una piedra; un zapato se hace porque el zapatero junta unos trozos de piel cosiéndolos.
Pero Aristóteles pensaba que hay varias clases de causas en la naturaleza: menciona en total cuatro causas diferentes. Lo más importante es entender qué quiere decir con lo que él llamaba «causa final».
En cuanto a la rotura del cristal, cabe preguntar el por qué Pedro tiró la piedra al cristal. En otras palabras: preguntamos qué finalidad tenía. No cabe duda de que la intención o el «fin» también juega un importante papel en el proceso de fabricación de un zapato. Pero Aristóteles contaba con una «causa final» también en lo que se refiere a procesos de la naturaleza completamente inanimados. Vamos a ver un ejemplo. ¿Por qué llueve? Seguramente habrás aprendido que llueve porque el vapor de agua de las nubes se enfría y se condensa formando gotas de agua que caen al suelo debido a la acción de la gravedad. Aristóteles estaría de acuerdo con este ejemplo. Pero añadiría que solo has señalado tres de las causas. La causa material es que el vapor de agua en cuestión (las nubes) se encontraban justo allí en el momento en el que se enfrió el aire. La causa eficiente (o agente) es que se enfría el vapor del agua y la causa formal es que la «forma» o la naturaleza del agua es caer al suelo. Aristóteles añadiría que llueve porque las plantas y los animales necesitan el agua de la lluvia para poder crecer. Ésta era la que él llamaba causa final. Él atribuye a las gotas de agua una tarea o una intención. Nosotros daríamos la vuelta a todo esto y diríamos que las plantas crecen porque hay humedad, y que crecen manzanas y uvas para que los seres humanos las coman.
La ciencia hoy en día no piensa así. Decimos que la comida y la humedad son condiciones para que puedan vivir los animales y las personas. Si no fuera por estas condiciones, nosotros no habríamos existido. Pero no es intención del agua ni de las manzanas darnos de comer.
En lo que se refiere a las causas, hay tentación a decir que Aristóteles se equivocó. Pero no hay que apresurarse. Mucha gente piensa que Dios creó el mundo tal como es, precisamente para que las personas y los animales pudiesen vivir en él. Sobre esta base es evidente que se puede decir que el agua va a los ríos porque los animales y los seres humanos necesitan agua para vivir. Pero en este caso estamos hablando de la intención o el propósito de Dios; no son las gotas de la lluvia o el agua de los ríos los que desean nuestro bien.
La distinción entre «forma» y «materia» juega también un importante papel cuando Aristóteles se dispone a describir cómo los seres humanos reconocen las cosas en el mundo.
Al reconocer algo, ordenamos las cosas en distintos grupos o categorías. Veo un caballo, luego veo otro caballo, y otro más. Los caballos no son completamente idénticos , pero tienen algo en común, algo que es igual para todos los caballos, y precisamente eso que es igual para todos los caballos, es lo que constituye la «forma» del caballo. Lo que es diferente o individual, pertenece a la «materia» del caballo.
De esta manera los seres humanos andamos por el mundo clasificando las cosas en distintas casillas. Colocamos las vacas en los establos, a los caballos en la cuadra, a los cerdos en la pocilga y a las gallinas en el gallinero. Distinguimos entre cosas hechas de piedra, cosas hechas de lana, y cosas hechas de caucho. Distinguimos entre cosas vivas y muertas, y también entre plantas, animales y seres humanos.
Aristóteles intentó mostrar que todas las cosas de la naturaleza pertenecen a determinados grupos y subgrupos.
Fue un hombre meticuloso que quiso poner orden en los conceptos de los seres humanos. De esa manera sería él quien creara la lógica como ciencia. Señaló varias reglas estrictas para saber qué reglas o pruebas son lógicamente válidas. La lógica de Aristóteles trata de la relación entre conceptos.
Cuando Aristóteles se dispone a ordenar la existencia, señala primero que las cosas de la naturaleza pueden dividirse en dos grupos principales. Por un lado tenemos las cosas inanimadas, tales como piedras, gotas de agua y granos de tierra. Estas cosas no tienen ninguna posibilidad de cambiar. Esas cosas «no vivas» , sólo pueden cambiar, según él, bajo una influencia externa. Por otro lado tenemos las cosas vivas, que tienen una posibilidad de cambiar.
En lo que se refiere a las cosas vivas, Aristóteles señala que hay que dividirlas en dos grupos principales. Por un lado tenemos las plantas, por otro lado tenemos los seres vivos. También los seres vivos pueden dividirse en dos subgrupos, es decir en animales y seres humanos.
Hay una diferencia esencial entre las cosas vivas y las no vivas, por ejemplo entre una flor y una piedra. También hay una diferencia esencial entre plantas y animales, por ejemplo entre una flor y un caballo. También entre un caballo y un ser humano. Al dividir los fenómenos de la naturaleza en varios grupos , parte de las cualidades de las cosas; más concretamente de lo que saben o de lo que hacen.
Todas las cosas vivas saben tomar alimento, crecer y procrear. Todos los seres vivos también tienen la capacidad de sentir el mundo de su entorno y de moverse en la naturaleza. Todos los seres humanos tienen además la capacidad de pensar, o en otras palabras, de ordenar sus sensaciones en varios grupos y clases.
Así no hay límites muy definidos en la naturaleza. Registramos una transición más bien difusa de plantas simples a animales más complicados. En la parte superior de esta escala está el ser humano que, según Aristóteles, vive toda la vida de la naturaleza. El ser humano crece y toma alimento como las pantas , tiene sentimientos y la capacidad de moverse como los animales, pero tiene además una capacidad, que solamente la tiene el ser humano, y es la de pensar racionalmente.
Por ello el ser humano tiene una chispa de la razón divina. En algunos momentos Aristóteles señala que tiene que haber un dios que haya puesto en marcha todos los movimientos de la naturaleza. En ese caso, ese dios se convierte en la cima absoluta de la escala de la naturaleza.
Aristóteles se imaginaba que los movimientos de las estrellas y de los planetas dirigen los movimientos en la Tierra. Pero también tiene de haber algo que ponga en marcha los movimientos de los astros. A ese «algo» Aristóteles lo llama «primer motor» o «dios». El «primer motor» no se mueve en sí, pero es la causa primera de los movimientos de los astros y, con ello, de todos los movimientos de la Tierra.
Volviendo a los seres humanos, la «forma» del ser humano , es según él, que tiene un alma vegetal, un alma animal, así como un alma racional. El ser humano solamente será feliz si utiliza todas sus capacidades y posibilidades.
Aristóteles pensaba que hay tres clases de felicidad. La primera clase es una vida de placeres y diversiones. La segunda, vivir como un ciudadano libre y responsable. La tercera, una vida en la que uno es filósofo e investigador.
También dice que las tres condiciones tienen que existir simultáneamente para que el ser humano pueda vivir feliz. Rechazó cualquier forma de «vías únicas». Si hubiera vivido hoy en día a lo mejor habría dicho que alguien que sólo cultiva su cuerpo vive tan parcial y tan defectuosamente como aquel que solo usa la cabeza. Ambos extremos expresan una vida desviada.
También en lo que se refiere a la relación con otros seres humanos, señala un justo medio: no debemos ser ni cobardes ni temerarios, sino valientes. Poco valor es cobardía, y demasiado valor es temeridad. Del mismo modo no debemos ser ni tacaños ni pródigos , sino generosos. Ser muy poco generoso es ser tacaño, ser demasiado generoso es ser pródigo. Pasa como con la comida. Es peligroso comer muy poco, pero también es peligroso comer en exceso. Tanto la ética de Platón como la de Aristóteles se remiten a la ciencia médica griega: únicamente mediante el equilibrio y la moderación seré una persona feliz o en armonía.
Sobre la opinión que Aristóteles tenía de la mujer, desgraciadamente no era tan positiva como la de Platón. Aristóteles pensaba más bien que a la mujer le faltaba algo. Era un «hombre incompleto». En la procreación la mujer sería pasiva y receptora, mientras que el hombre sería el activo y el que da. Aristóteles pensaba que un niño sólo hereda las cualidades del hombre, y que las cualidades del propio niño estaban contenidas en el esperma del hombre. La mujer era como la Tierra, que no hace más que recibir y gestar la semilla , mientras que el hombre es el que siembra. El hombre da la «forma» y la mujer contribuye con la «materia».
Resulta sorprendente que un hombre tan razonable en otros asuntos se pudiera equivocar tanto en lo que se refería a la relación entre los sexos. Nos muestra dos cosas: en primer lugar que Aristóteles seguramente no tuvo mucha experiencia práctica con mujeres ni con niños. En segundo lugar muestra lo negativo que puede resultar que los hombres hayan imperado siempre en la filosofía y las ciencias.
Y particularmente negativo resulta el error de Aristóteles en cuanto a la visión de la mujer, porque su visión, y no la de Platón, llegaría a dominar durante la Edad Media. De esta manera, la Iglesia heredó una visión de la mujer que en realidad no tenía ninguna base en la Biblia.
Aristóteles murió en el año 322 a. de C.
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Aristóteles