al-dia-entrevistas-Pablo-OyarzunPablo Oyarzun Robles (1950) estudió Biología en la Universidad de Chile, Teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile y Filosofía, Historia y Literatura en la Universidad de Chile. Se licenció en Filosofía por la misma Universidad (Departamento de Estudios Humanísticos, Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas) con la tesis Anestética del ready-made y realizó estudios de post-grado en Filosofía en la Universidad Johann Wolfgang Goethe de Frankfurt, Alemania (1980-1981). Ha desarrollado sus principales líneas de trabajo teórico en metafísica, ética, estética y teoría del arte y la literatura, filosofía del lenguaje, filosofía de la historia y filosofía política.
Es Profesor Titular de Filosofía y Estética en la Universidad de Chile y Profesor Asociado de Metafísica y Filosofía Moderna y Contemporánea en la Pontificia Universidad Católica de Chile; dirige asimismo el Seminario Central de Investigación del Instituto de Arte en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

Hoy tenemos con nosotros a este gran filósofo que nos concede esta maravillosa entrevista.

Buenos días Sr Oyarzun, le agradecemos que nos conceda esta entrevista personal para nuestro Magazine.

– Cuéntenos, ¿cuáles son sus líneas de trabajo?
Son muy diversas, pero están movidas por el interés de confrontar la disposición categorial y universal que es inherente e irrenunciable para la filosofía con las singularidades (experiencias, acontecimientos, obras, etc.) que se resisten a ser sometidas sin más al orden de los conceptos y las razones. Entonces, si mi primaria vocación es metafísica, trabajo más o menos paralelamente en varias líneas. En términos escolares, disciplinares, cabría hablar de ética y filosofía política, de estética y filosofía del arte y la literatura, de filosofía del lenguaje y filosofía de la historia, pero, en realidad, se trata más bien de problemas: poder y violencia, contingencia, negatividad, singularidades y heterogeneidades, generación y destrucción, formas y modos de lo común.

– ¿Cuál ha sido su último proyecto de investigación?
Mi último proyecto ha estado centrado en la obra de Heinrich von Kleist (1777-1811), dramaturgo, narrador y ensayista que en breves 8 años dejó una producción absolutamente deslumbrante y en muchos aspectos abismal. Mi interés se orientó a la relación de esa obra, sus condiciones, temas y motivos con la filosofía de Immanuel Kant. No se trata, por cierto, de una relación caprichosa: el mismo Kleist atribuye el colapso de su vocación primaria, marcada por la búsqueda de la verdad en las diversas ciencias, al encuentro con el pensamiento kantiano y la estricta línea divisoria que este traza entre el orden de lo fenoménico, constituido por las propias facultades del sujeto, y la cosa en sí, es decir, las cosas tal como son en sí mismas, al margen de la operación de esas facultades. No podemos saber, infiere el joven Kleist, “si lo que llamamos verdad es de veras verdad”. Pero esta conclusión radicalmente escéptica no se restringe a los propósitos cognoscitivos de Kleist: aparentemente provoca en él una crisis que echa por tierra todo su proyecto de vida. Solo tiempo después, haciéndose cargo de la contingencia y la angustiosa fragilidad de todo lo que es, inicia su producción literaria, en la que no se puede si no leer los efectos, repercusiones y aprendizajes de aquella crisis, así como los complejos modos de habérselas con ella que Kleist despliega en su obra. En todo ello, creo, es posible reconocer una suerte de radicalización de ciertos grandes temas —temas cruciales— del pensamiento de Kant, en todos los registros: epistemológicos, éticos, políticos y estéticos y en la misma concepción de la subjetividad. La equivocidad de lo que se reputa verdadero, la violencia extrema, la imprevisible e incalculable eficacia del suceso y la contingencia en los cursos vitales —en cierto modo, una ironía de lo real—, el carácter problemático de todo lazo humano, familiar o social, son algunos de los aspectos más sobresalientes de esa radicalización. Tiendo a ver en Kleist al mayor interlocutor de la filosofía kantiana de comienzos del siglo XIX, mucho más que los tempranos románticos y los grandes nombres del idealismo alemán. No ha pretendido superarla, pero, permaneciendo en su dominio, ha llegado a abismarla.

– Recientemente ha sido designado por la Presidenta Bachelet como Consejero del Consejo Superior de Ciencia del Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología (FONDECYT).
Sí, es una tarea que suponía menos apremiante de lo que ha resultado. FONDECYT es la fuente principal de recursos para la investigación científica de Chile. Es un fondo concursable de convocatoria anual en tres registros: postdoctorado, iniciación y regular, último este en el que concursan las investigadoras e investigadores que ya tienen trayectoria. Cubre todas las áreas y adjudica proyectos entre 2 y 4 años, con provisión de dineros para honorarios, cooperación internacional, viajes y viáticos, bienes y gastos operacionales. El Consejo también tiene a su cargo un Fondo de Actividades Prioritarias (FONDAP), destinado a proyectos de tamaño mayor, con equipos multi e interdiscplinarios y asignaciones para 5 años, que abordan temas de importancia para el desarrollo del país: agricultura, minería, medio ambiente, conflicto social, minorías étnicas, región antártica y subantártica, etc. Conocer estas últimas actividades ha sido muy instructivo para mí, así como participar en el principal espacio de fomento de la investigación del país. El problema es que en este periodo el sistema mismo está en crisis, por el aumento exponencial de postulaciones, la sobrecarga de quienes tienen que coordinar los diversos procesos, la dificultad para encontrar evaluadores de 3.500 proyectos concursantes que van en alza acentuada y la necesidad urgente de abordar aspectos estructurales que tienen que ser reformulados. A lo que se debe agregar la propuesta inminente de un Ministerio de Ciencia, Innovación y Tecnología que, por supuesto, ha movilizado intereses de variada índole. Y es poco el peso que tienen las humanidades en estos procesos. La discusión, las proposiciones de una estrategia inclusiva y coherente, con perspectiva de desarrollo nacional, fortalecimiento y generación de redes, no tienen hasta la fecha las condiciones que uno consideraría deseables.

-Ud ha publicado varios libros:

El Dedo de Diógenes. La Anécdota en Filosofía;
De lenguaje, historia y poder. Nueve ensayos sobre filosofía contemporánea
Arte, visualidad e historia
Anestética del Ready-made
La desazón de lo moderno. Problemas de la modernidad
El rabo del ojo. Ejercicios y conatos de crítica
Entre Celan y Heidegger
De lenguaje, historia y poder. Diez ensayos sobrefilosofía contemporánea
La letra volada. Ensayos sobre literatura
Razón del éxtasis. Estudios sobre lo sublime. De Pseudo-Longino a Hegel
Una especie de espejo.Swift: cuatro ensayos y una nota

¿Qué nos puede destacar  acerca de ellos?

La verdad es que no sabría muy bien cómo abordar esta pregunta. Son asuntos muy diversos, que expresan la variedad de mis intereses; casi podría hablar de curiosidad. Hay en esa listaal-dia-entrevistas-pablo-oyarzun-dos producciones que se catalogarían bajo el rubro de la estética o de la filosofía del arte, la filosofía de la literatura, la crítica de arte, literatura y cultura. Pero en ellas y en todas las demás están siempre en juego los problemas a que me refería en mi primera respuesta, problemas estrictamente filosóficos, diría, pero también en un sentido de “filosofía” que no es alérgico al intercambio y a la apertura a otras perspectivas, estrategias y modos de pensar. Por eso, casi tendría que reiterar lo que dije allá para dar cuenta de estos títulos, sin dejar de mencionar, por cierto, que en los libros, estos, publicados, lo mismo que otros que están esperando ser concluidos, están también mis inclinaciones, es decir, los pensamientos y las escrituras en que encuentro mayor afinidad y que por lo mismo son aquellos y aquellas con que permanentemente converso. Número y diversidad han ido creciendo con los años.

– Parece que va a empezar un nuevo proyecto sobre Lichtenberg, referido al pensamiento y lenguaje y las teorías del lenguaje de los siglos XVII y XVIII hasta comienzos del XIX. ¿Cómo va a enfocarlo, nos puede dar un adelanto?
Efectivamente, es mi nuevo proyecto, bajo el título genérico “Destellos de inmanencia”. Lleva un subtítulo, por supuesto, que tiene que ver con la temática específica de la investigación. Lichtenberg es un autor al que me he aproximado en el último tiempo, movido por mi interés en el escepticismo antiguo y moderno. Tuve también una investigación sobre literatura y escepticismo hace unos años, antes de ocuparme de Swift, y esa fue la ocasión de mi acercamiento. Algo que me mueve en ello, diría que anímicamente, por talante, es mi personal inclinación a no disociar pensamiento de humor. Creo que pensar —y no hablo aquí de razonar y calcular y desplegar estrictas cadenas inferenciales, aunque nunca se debe renunciar a todo ello, so pena de quedarse en la más cerrada incomunicación—, creo que pensar tiene mucho de tentar, ensayar, ponerse en situaciones diversas e invitar a la cosa que se piensa a presentarse de modos diversos y en todo eso, con el aire de juego que tiene, suelo ver una disposición que se vincula al humor. En esto, Lichtenberg es un caso absolutamente fascinante y, para mí, la mejor confirmación de la creencia a que me refería. Fue un brillante profesor de física, autor de experimentos eléctricos (las “figuras de Lichtenberg” son en este campo su caballito de batalla), pero su prestigio fundamental proviene de su obra póstuma, consistente en miles de anotaciones de muy diversa índole, recogidas en cuadernos que él mismo llamó Libros de saldos (Sudelbücher). En esa cantera inagotable hay muestras de humor absoluto, si puedo llamarlo así, que son, a la vez, huellas de un pensamiento soberanamente emancipado.
Y este pensamiento es inseparable de su acuñación en lenguaje, relación que, por lo demás, es también objeto de reflexión por parte de Lichtenberg. Entonces, mi propósito es indagar los vínculos de pensamiento y lenguaje en los Libros de saldos, poniéndolos en el contexto de las concepciones del lenguaje de los siglos XVII y XVIII, de las propuestas de lenguaje perfecto o universal (del tipo formulado por John Wilkins o Leibniz) y de las hipótesis sobre el origen del lenguaje (como las de Rousseau o Herder). Desde luego, querré echar también un vistazo a la posteridad, que en el caso de Lichtenberg es tan variada como rica: Goethe, Schopenhauer, Nietzsche, Freud, Heidegger, Wittgenstein, Benjamin, Canetti y tantos otros.
Tengo, desde este mismo, cuatro años para llevar a cabo esta dichosa ocupación, solo perturbada por los deberes administrativos que van involucrados en la ejecución de un proyecto que se financia con fondos públicos.

al-dia-entrevistas-pablo-oyarzun-portada– Sus nuevos libros que pronto verán la luz, serán J. Swift, Tulipas radiantes, y J. Swift, Una modesta proposición y otros textos. ¿Nos puede explicar un breve resumen de lo que podremos encontrar en ellos?
El libro que acaba de aparecer tiene por título Baudelaire: la modernidad y el destino del poema. Es el segundo volumen de una trilogía que comencé a publicar al revés (es decir, partiendo por el último volumen) y que tiene por tema central el poema moderno. El tercero es Entre Celan y Heidegger, publicado en 2005 y que va en su segunda edición, y el que falta aún por concluir y publicar es Metafísica, modernidad y poema: Hölderlin, Hegel y Poe (el título es tentativo).
Además del libro sobre Baudelaire están esos que usted menciona. Son traducciones con introducciones extensas. En el primer caso, se trata de los poemas escatológicos de Swift, que son joyas obscenas que atesoro —el título proviene de una de ellas— y que vienen precedidas por el ensayo “Una introducción a la escatología”. El segundo caso es una reedición ampliada de una antología publicada por vez primera en Venezuela por Monte Ávila, hace, creo, unos 15 años, pero mucho más vieja de factura. A eso se agregará una edición bilingüe de las Anécdotas de Kleist, también precedidas por un ensayo extenso. También aparecerá un libro con mi traducción anotada de la Crítica de la violencia de Walter Benjamin y una serie de textos de autores europeos, norte y latinoamericanos escritos a este fin, que hemos preparado con dos amigos que han trabajado conmigo en sus proyectos de postdoctorado; nosotros también contribuimos con sendos ensayos.
Como estoy en proceso de terminar un proyecto de gran envergadura y larga duración en la Universidad de Chile, destinado a fortalecer y desarrollar las humanidades, artes, ciencias sociales y ciencias de la comunicación y dotado de una gran cantidad de recursos aportados por el Estado de Chile y la propia universidad, veo con alegría el tiempo que vendrá a partir del próximo año, en que podré ir concluyendo muchas cosas que tengo pendientes y dedicarme a escribir las nuevas que han ido apareciendo en el horizonte.

Señor Oyarzun ha sido muy amable y gracias de nuevo por exponer a nuestros lectores sus interesantes proyectos. Desde nuestro Magazine le deseamos que siga teniendo muchos éxitos profesionales.