La Doctora Sepulveda nació en Francia (1976) en la ciudad de Créteil, que forma parte del área metropolitana de París.
Llegó a Chile en 1991 para finalizar sus estudios secundarios en la Alianza Francesa, para luego ingresar el año 1995 a la Universidad de Chile, titulándose como arqueóloga en el año 2002.
Máster, doctorado y postdoctorado en Francia, ha participado en más de 22 proyectos de investigación, entre ellos como Investigadora Responsable en 3 proyectos FONDECYT de CONICYT. Cuenta además con más de 60 publicaciones, de las cuales 25 publicaciones ISI. Es miembro, entre otros, de la Sociedad Chilena de Arqueología, de la Sociedad de Arqueología Americana. Fue además miembro del grupo de Estudio Fondecyt de Antropología y Arqueología entre 2013 y 2015. Es representante de Chile como miembro permanente del SIAR (Simposio Internacional de Arte Rupestre- Bolivia).
También ha sido Jefa de la Carrera de Antropología (fines 2007- inicios 2009), profesora guía de múltiples tesis de pre y postgrado, y Coordinadora del Postgrado en Antropología UTA-UCN entre los años 2013 (Agosto)- 2014 (Agosto).
Académica del instituto de alta investigación de la universidad de Tarapacá, hoy tenemos el placer de entrevistar a una excelente arqueóloga que destaca por su gran productividad científica.
Buenos días Doctora Sepulveda, muchas gracias por conceder esta interesante entrevista para «Al Día, con España y Chile».
– Cuéntenos, ¿en qué momento decidió que quería ser arqueóloga?
Decidí ser Arqueóloga siendo muy pequeña, aproximadamente a los 7 años. Nací en Francia con padres curiosos y amantes de la historia y sus vestigios monumentales y arqueológicos. Tuve la suerte desde entonces de visitar numerosos sitios arqueológicos, castillos, catedrales, cuevas con arte paleolítico, museos y exposiciones que me llevaron a conocer tempranamente las manifestaciones dejadas por numerosos grupos humanos y culturas del pasado. Más aún siempre me gustó viajar, conocer otras gentes, sus culturas y tradiciones de modo que fueron una serie de factores que me llevaron a decidirme finalmente a concretar mi anhelo y estudiar arqueología en la Universidad. Entre la infancia y el momento de elegir lo que realmente iba a estudiar, eso sí, debo confesar que quise estudiar otras muchas y variadas cosas, aunque siempre tendiente hacia las ciencias sociales, tales como periodismo, antropología y sociología.
– Explique a nuestros lectores, ¿cuáles son sus líneas de investigación?
Al inicio, mi línea de investigación se relacionó con el estudio del arte y las representaciones visuales de tiempos prehispánicos, previos al Siglo XVI. Al principio busqué abordar este tipo de manifestaciones desde un enfoque más cercano a la historia del arte buscando definir estilos y patrones de representación acorde a determinados contextos socio-culturales e históricos. Posteriormente, durante el doctorado inicié una aproximación desde la materialidad de estas representaciones, de modo que me fui adentrando en el mundo de los materiales empleados y las tecnologías desarrolladas específicamente en las pinturas rupestres del Desierto de Atacama del norte de Chile. Este enfoque me condujo a enfocarme y desarrollar una línea de investigación aún incipiente en Chile en ese momento, como es la Arqueometría de modo de poder, desde una mirada transdisciplinaria, desde la física, la química y la geología, abordar el estudio de las secuencias de producción y tecnologías relacionadas con la fabricación de pinturas y el uso de pigmentos y materias colorantes. Esto me permitió el año 2009 obtener un importante financiamiento de parte del Ministerio de Educación en Chile para la creación del Laboratorio de Análisis e Investigaciones Arqueométricas (LAIA) en la Universidad de Tarapacá, inaugurado oficialmente el año 2014 (http://laia.uta.cl). En este laboratorio adquirimos distintos equipos y técnicas físico-química de análisis para la caracterización elemental y molecular de materiales, en este caso arqueológicos. En el LAIA privilegiamos técnicas que permitieran análisis no destructivos y lo menos invasivos posible. Como equipo hoy, junto a Jose Carcao y Sebastian Gutierrez, estudiamos la historia de vida de los materiales, ya que una vez empleados, más allá de las tecnologías desarrolladas en el pasado, estos siguen siendo afectados por distintos procesos o agentes del entorno que pueden alterarlos o modificarlos. Así buscamos tener una mayor comprensión y conocimiento general de los materiales arqueológicos, desde su composición así como desde su producción.
El LAIA me ha permitido desarrollar una serie de estudios sobre distintos tipos de soportes pintados o que presentaban el uso de pigmentos o materias colorantes para comprender las particularidades propias a diferentes regiones del norte de Chile pero también más al sur en el país, así como las variaciones o permanencias ocurridas a lo largo del tiempo. Es interesante para mi hoy ir comprendiendo que el uso de pigmentos, materias colorantes y pinturas implicó una serie de decisiones y conocimientos específicos a lo largo del tiempo, función también de las materias disponibles en el entorno. Su uso y función varió en relación a su presencia en contextos domésticos o funerarios. De igual forma su obtención varió desde un directo aprovisionamiento con la explotación de fuentes de materias primas o bien vía intercambio con otros grupos. Así la circulación de pigmentos pudo contribuir a articular, en tiempos prehispánicos, relaciones económicas específicas, tal como se visualiza en tiempos coloniales a través de rutas de raigambre milenaria.
En resumen, las líneas que más me definen hoy son la Arqueología del Arte, la Arqueología del Color y la Arqueometría.
– Ud. ha participado en varios proyectos de investigación, explique a nuestros lectores en qué consistían los más destacados.
En relación a la Arqueología del color, además del uso de pigmentos en el arte rupestre, he buscado ampliar mi comprensión sobre el uso de materias colorantes en distintos soportes, así como en diferentes períodos de la secuencia cronológica prehispánica, hasta el momento de contacto, para así comparar las posibles variaciones y mantenciones en el conocimiento y uso/cirulación de materias primas en el Desierto de Atacama del norte de Chile. Por ello, he dirigido pero también he participado de variados proyectos, con colegas en Chile pero también del extranjero, que me han permitido justamente indagar en estos temas.
Por ejemplo, hemos estudiado los pigmentos empleados en el relleno y recubrimiento de momias arcaicas (aproximadamente 6.000 años antes del presente) de preparación complicada, tales como las Chinchorro (grupo de cazadores recolectores pescadores de la costa Pacífico), con colegas de la Universidad de Tarapacá (Vivien Standen, Bernardo Arriaza y Calogero Santoro) y de Francia (Philippe Walter, Elsa Van Elslande y Helene Rousseliere). Para comprender la secuencia de producción de las pinturas, hemos analizado en ciertos casos restos de materias primas al interior de contenedores o bolsitos de cueros, como bloques de colores preparados intencionalmente o al interior de recipientes como piedras de moler o conchas. Tambien hemos analizado las pinturas sobre cueros, fibras vegetales. Actualmente estamos estudiando los colorantes empleados en los textiles, en un proyecto dirigido por Marcelo Campos (Universidad de Chile), asi como en las pinturas corporales o tatuajes presentes (José Carcamo) en algunos cuerpos momificados del norte de Chile.
En relación a las pinturas rupestres, hemos participado del análisis material de representaciones ejecutadas en distintas regiones de modo de ahondar en nuestro conocimiento sobre este tipo de manifestación desde un punto de vista material, tales como en el norte semiárido y en Patagonia. De esta forma hemos podido conocer más sobre las tecnologías desarrolladas por diferentes grupos prehispánicos, en distintos momentos de su historia, para así comprender también sus decisiones al momento de escoger entre una u otra materia disponible en el entorno. El estudio de los cambios ocurridos con la llegada hispana en el norte de Chile ha sido abordado recientemente mediante nuestra colaboración con el estudio de las pinturas murales presentes al interior de iglesias situadas en tierras altas por sobre 3.000 msnm en el norte de Chile y el altiplano de Bolivia. Uno de los temas que ha resultado particularmente relevante refiere a las pinturas fabricadas a base de minerales de cobre, las que si bien son más simple que las tecnologías desarrolladas en los pigmentos sintéticos azules en Egipto, otorgan un sello particular y único a las poblaciones del Desierto de Atacama en tiempos prehispánicos.
En el laboratorio LAIA hoy además nos encontramos analizando y colaborando con el estudio de otros materiales como metales, cerámica, cuentas de minerales de cobre y concha, pelos y piel entre otros con la colaboración de numerosos colegas nacionales y extranjeros. En particular, de esos destacaremos el estudio microbiológico desarrollado por el Dr. Ralph Mitchell de la Universidad de Harvard y mis colegas Vivien Standen y Bernardo Arriaza de la Universidad de Tarapacá, sobre la degradación de piel observada en algunas momias Chinchorro. También destacaremos los trabajos en curso con las Dra. Armelle Charrié, Pascale Richardin, Verónica Silva y Margaux Fresnais sobre los sitios del litoral Pacífico (Playa Miller) para comprender más los procesos de degradación molecular del cabello de momias y la dieta de los individuos en la transición arcaico-formativo (aprox 3.700 años a.p. a inicios de nuestra era). Contribuyendo a mejorar los protocolos de análisis con muestras muy pequeñas de cabello, hemos podido paralelamente datar y obtener información isotópica sobre la dieta de los individuos. De esta forma con la combinación de distintas técnicas obtenemos diversas informaciones que nos contribuyen a precisar la vida cotidiana de las sociedades pasadas, así como entender mejor el estado de conservación de los materiales para así indirectamente contribuir a su preservación.
– Además, Ud. cuenta con 25 publicaciones ISI, ¿en qué consisten?
(Para la información de nuestros lectores españoles, aclaramos que la misión principal del ISI (Institute for Scientific Information) como compañía publicadora de bases de datos, es proporcionar una amplia cobertura a las investigaciones mas importantes e influyentes realizadas en todo el mundo. Actualmente, la base de datos de ISI cubre a más de 16000 revistas, libros y actas de eventos internacionales en las áreas de ciencias, las ciencias sociales, las artes y la humanidad.)
Mucho de los resultados que obtenemos en el transcurso de nuestras investigaciones son plasmados en publicaciones en revistas indexadas en diferentes índices internacionales. Estas revistas permiten que nuestros trabajos sean conocidos en otros países de modo de poder comparar nuestras formas de trabajo pero también nuestra comprensión de las sociedades humanas del pasado. Muchos procesos socio-culturales que estudiamos tienen su correlato en otras partes del mundo, con lo cual podemos comparar y avanzar en el conocimiento de las culturas antiguas pero también actuales. No obstante no es lo único que publicamos pues también colaboramos en libros con capítulos específicos sobre determinadas temáticas en las cuales nuestro aporte tenga relevancia. También, escribimos en actas de congresos nacionales y extranjeros. Finalmente, nuestro aporte a la comunidad hoy es altamente demandado y valorado por lo cual también debemos procurar compartir nuestros trabajos en formatos diversos además de textos escritos, tales como videos y microdocumentales.
– Le adjudicaron 3 proyectos Fondecyt como investigadora responsable, háblenos sobre esos proyectos.
El primer proyecto que dirigí (FONDECYT 11060144) buscó inicialmente retomar el estudio de las pinturas rupestres de la precordillera de Arica del extremo norte de Chile situadas entre 3.000 y 3.800 msnm y previamente estudiadas por Hans Niemeyer y Calogero Santoro y colaboradores. Buscamos reevaluar las definiciones estilísticas previas en base a una aproximación contextual, pero también tecnológica de estas representaciones. El primer desafío no obstante fue poder re-ubicar muchos de los sitios registrados principalmente en las décadas de 1960 y 1980 que no poseían coordenadas georreferenciadas precisas mediante GPS. Una vez encontrados, procuramos realizar su registro visual mediante fichas y fotografías para iniciar la excavación de varios contextos asociados y así precisar las actividades realizadas en los espacios pintados. De igual forma buscamos precisar la cronología relativa de los diferentes grupos estilísticos entonces identificados.
A posterior la caracterización físico- química de estas pinturas rupestres atribuidas a tiempos arcaicos en su mayoría, nos llevó a interrogarnos sobre los posibles vínculos existentes entre los grupos de cazadores recolectores de tierras altas y los grupos cazadores pescadores de la costa (FONDECYT 1100354). En efecto, informaciones obtenidas en las dos regiones nos permitieron reconocer el uso de materias primas similares en ambas tradiciones de modo que decidimos precisar las tecnologías del color de tiempos arcaicos para el extremo norte de Chile, evaluando sus diferentes usos y función. Además de analizar las pinturas y pigmentos presentes en distintos soportes, emprendimos importantes prospecciones en los valles bajos y desembocaduras de valles, tales como Codpa y Camarones de modo de sistematizar también el registro de pinturas rupestres en estos espacios, y asi contrastar con nuestro registro preliminar en tierras altas. Realizamos en dicha instancia distintas excavaciones en sitios con pinturas de la costa, cuyo estudio aún se encuentra en proceso pues no alcanzamos a finalizar todo concretamente en el marco de ese proyecto.
Tras esta incursión en la costa, decidimos regresar a la zona precordillerana para re-evaluar el patrón de asentamiento arcaico (10.500-3.700 años antes del presente) de los grupos cazadores recolectores altoandinos enfocándonos específicamente en la cuenca del río Tignamar, o curso alto del valle de Azapa (FONDECYT 1130808), junto a Luis Cornejo de la Univ. Alberto Hurtado y Thibault Saintenoy del CIHDE). Este proyecto inicia actualmente su 4° año de ejecución. En este buscamos concretamente reevaluar la forma como se ha entendido las ocupaciones de los cazadores recolectores altoandinos, su movilidad y su forma de asentarse en el espacio. Este proyecto partió del estudio de los sitios con arte rupestre en aleros o abrigos rocosos de este espacio altoandino situado entre 3.000 y 3.900 msnm. Desde el 2006, fuimos ampliando con variadas prospecciones la cantidad de registro, duplicando el número de sitios hasta ahora conocidos, los que hoy sobrepasan los 100. Si bien, hemos ido avanzando en el análisis estilístico de estas representaciones mayoritariamente pintadas, nos dimos cuenta que el estudio de estos sitios y las actividades ahí realizadas nos daban cuenta de solo una parte de las actividades cotidianas desarrolladas por quienes emplearon estos espacios como refugios. Es así como decidimos emprender prospecciones y excavaciones de las áreas entorno a estos sitios para comprender mejor la ocupación de la precordillera en momentos que la práctica rupestre se habría desarrollado y ampliado en relación con la territorialización de este espacio. Este estudio se encuentra aún en curso con resultados muy positivos para nuestras preguntas de investigación, pues además hemos ido dando cuenta de una mayor profundidad temporal en la ocupación de la precordillera, asi como del tipo y variedad de sitios.
– ¿Quiénes han formado parte en sus grupos de investigación?
En las distintas investigaciones que hemos desarrollado han participado muchos colegas chilenos de la Universidad de Tarapacá (Calogero Santoro, Vivien Standen, Bernardo Arriaza) pero también de otras universidades como la Alberto Hurtado (Luis Cornejo y Daniela Valenzuela), la Católica del Norte (Valentina Figueroa), la de Chile (Marcelo Campos, Andrés Troncoso y Mauricio Uribe), la de Concepción (Eugenia Gayó), Andres Bello (Mauricio Calderón) o la Católica de Chile (Francisco Gallardo). También hemos colaborado con muchos otros científicos en Francia, principalmente del área química como Philippe Walter (LAMS- CNRS- Université Pierre et Marie Curie); Pascale Richardin y Eric Laval (C2RMF); Armelle Charriée et Margaux Fresnais (Université de Strasbourg); y también arqueológica como Carole Fritz (Université de Toulouse Le Mirail). Desde el 2014 soy profesora patrocinante del postdoctorado CONICYT Luca Sitzia, del área de la geoarqueología, proveniente de la Université de Bordeaux. También hoy, nos acompañan varios arqueólogos profesionales, algunos cursando estudios de postgrado: Camila Castilla, Zaray Guerrero, Daniela Osorio,Carole Dudognon (Francia), Camila Alday, Adrian Oyaneder, Francisco Espinosa, Carolina Llanos. Otros estudiantes de pregrado son igualmente parte integrante del equipo de trabajo hoy: Manuel Rojas, Francisco Almonacid, Diana Bugueño, Carlos Concha y Valentina Hernandez.
Finalmente, en el Laboratorio de Arqueometría trabajamos con Jose Carcamo y Sebastian Gutierrez, ambos químicos y grandes investigadores quienes desarrollan hoy sus propias líneas de investigación en el estudio y caracterización físico-química de materiales arqueológicos, con el desarrollo de protocolos específicos para su estudio a fin de preservar lo más posible la integridad de las piezas. Sus trabajos han sido y están siendo publicados en revistas de corriente principal.
– Ud. realizó un postdoctorado en un centro de investigación del museo del Louvre, ¿cuéntenos, como vivió esa gran experiencia?
La verdad es que esta experiencia fue una especie de actualización pero también me permitió específicamente esclarecer y precisar más aun mis intereses en relación con el estudio de la tecnología del color. Esta estancia se realizó en el Centre de Recherche et de Restauration des Musées de France (C2RMF) del Ministere de la Culture y CNRS, situado en los subterráneos del Louvre, junto al Dr. Philippe Walter, gracias a la Beca Hermés- Maison des Sciences de l’Homme en Paris. En este postdoctorado corto, pues solo fueron 6 meses, pude iniciar una reflexión más teórica sobre el color, desde las aristas de la tecnología y las secuencias de producción, complementando lecturas tanto de la vertiente francesa como de la norteamericana con la cual solemos quizás estar más familiarizados en Chile. En ese momento la dimensión arqueométrica de mi trabajo fue encontrando mayor sustento teórico y conceptual para permitir precisar las preguntas planteadas a partir del conjunto de trabajos que me encontraba desarrollando desde el análisis físico-químico de pigmentos. Las ventajas de encontrarme en el Louvre, fue la posibilidad de compartir con grandes investigadores y expertos en distintos ámbitos del estudio del color, algunos relacionados con la conservación de materiales, otros con su análisis, con su relación con la luz, con la datación de materiales, y con la composición inorgánica pero también orgánica de las pinturas. Igualmente relevante fue el hecho que ahí los investigadores son también expertos en pinturas y obras contemporáneas, pero también de la antigüedad en distintas regiones: Egipto Grecia, Medio Oriente, África, entre otros. Finalmente, la posibilidad de uno mismo también ahondar en el manejo de las distintas técnicas de análisis me permitió profundizar más mis conocimientos sobre las ventajas y limitaciones de cada una, así como sus potencialidades para nuestros problemas de investigación. Asi esta experiencia muy interesante marcó de alguna forma un giro en mi trabajo, lo cual espero poder profundizar más aún en los próximos años.
– ¿Tiene futuras investigaciones en marcha?
La verdad es que las ideas son siempre muchas. Sin embargo, creo que es también necesario ir focalizando mis trabajos en ámbitos más específicos y no tan dispersos como ha sido estos últimos años. En efecto, el entusiasmo y el desarrollo del Laboratorio de Arqueometría me condujeron a asumir numerosos desafíos interesantes y de los cuales aprendí mucho, no obstante hoy es necesario concentrarme en los temas que me resultan más relevante para la comprensión de las sociedades del pasado. Por ello, quiero seguir enfocándome en la arqueología del color en el Desierto de Atacama del norte de Chile.
Doctora Sepulveda muchas gracias de nuevo por su amabilidad, desde nuestro Magazine le deseamos que alcance muchos más éxitos profesionales.