Los tres filósofos más grandes de la Antigüedad se llaman Sócrates, Platón y Aristóteles.
De alguna manera, ellos dejaron sus huellas en la civilización europea.
Desde los tiempos de Sócrates, la vida cultural griega se concentró en Atenas.
Desde aproximadamente el año 450 a. de C., Atenas se convirtió en el centro cultural del mundo griego. Y también la filosofía tomó un nuevo rumbo.
En Atenas se iba desarrollando una democracia con asamblea popular y tribunales de justicia. Una condición previa de la democracia era que el pueblo recibiera la enseñanza necesaria para poder participar en el proceso de democratización. En Atenas, era muy importante dominar, sobre todo, el arte de la retórica.
Desde las colonias griegas, pronto acudió a Atenas un gran grupo de profesores y filósofos errantes: se llamaban a sí mismos sofistas. La palabra «Sofista» significa persona sabia o hábil. En Atenas los sofistas vivían de enseñar a los ciudadanos.
Los sofistas tenían un importante rasgo en común con los filósofos de la naturaleza: el adoptar una postura crítica ante los mitos tradicionales. Pero, al mismo tiempo, los sofistas rechazaron lo que entendían como especulaciones filosóficas inútiles. Opinaban que, aunque quizás existiera una respuesta a las preguntas filosóficas, los seres humanos no serían capaces de encontrar respuestas seguras a los misterios de la naturaleza y del universo. Ese punto de vista se llama escepticismo en filosofía.
Los sofistas optaron por interesarse por el ser humano y por su lugar en la sociedad.
El sofista Protágoras ( aprox. 487-420 a. de C.) decía que «El hombre es la medida de todas las cosas», con lo que quería decir que siempre hay que valorar lo que es bueno o malo, correcto o equivocado, en relación con las necesidades del hombre. Cuando le preguntaron si creía en los dioses griegos , contestó que «el asunto es complicado y la vida humana es breve». A los que, como él, no saben pronunciarse con seguridad sobre la pregunta de si existe o no un dios, los llamamos agnósticos.
Los sofistas viajaron mucho por el mundo, y habían visto muchos regímenes distintos. Podían variar mucho , de un lugar a otro, las costumbres y las leyes de los Estados.
De ese modo, los sofistas crearon un debate en Atenas sobre qué era lo que estaba determinado por la naturaleza y qué creado por la sociedad. Así pusieron los cimientos de una crítica social en la ciudad – estado de Atenas.
Señalaron, por ejemplo, que expresiones tales como «pudor natural» no siempre concordaban con la realidad. Porque si era natural tener pudor, tenía que ser algo innato. Creían que una persona que había viajado por el mundo , no era natural o innato que tuviera miedo a mostrarse desnudo. Opinaban que el pudor, o la falta de pudor , estaba relacionado con las costumbres de la sociedad.
Los sofistas errantes crearon debates en la sociedad ateniense, señalando que no había normas absolutas sobre lo que es correcto o erróneo.
Sócrates, por otra parte, intentó mostrar que sí existen algunas normas absolutas y universales.
Sócrates (470-399 a. de C.) es quizás el personaje más enigmático de toda la historia de la filosofía. No escribió nada en absoluto. Y sin embargo, es uno de los filósofos que más influencia ha ejercido sobre el pensamiento europeo. Esto se debe en parte a su dramática muerte.
Sabemos que nació en Atenas y que pasó la mayor parte de su vida por calles y plazas conversando con la gente con la que se topaba, ya que creía que los árboles en el campo no le podían enseñar nada. A menudo se quedaba inmóvil, de pie, en profunda meditación durante horas. Ya en vida fue considerado una persona enigmática y, al poco tiempo de morir, considerado como el artífice de una serie de distintas corrientes filosóficas. Precisamente porque era tan enigmático y ambiguo, podía ser utilizado en provecho de corrientes completamente diferentes.
Lo que es seguro es que físicamente era poco agraciado. Era bajito y gordo, con ojos saltones y nariz respingona. Pero se decía que interiormente era «maravilloso». También se decía de él: » se puede buscar y rebuscar en su propia época, se puede buscar y rebuscar en el pasado, pero nunca se encontrará a nadie como él». Y, sin embargo, fue condenado a muerte por su actividad filosófica.
La vida de Sócrates se conoce sobre todo a través de Platón, que fue su alumno y que, por otra parte, sería uno de los filósofos más grandes de la historia. Platón escribió muchos diálogos (o conversaciones filosóficas) en los que utilizaba a Sócrates como portavoz.
No podemos estar completamente seguros de que las palabras que Platón pone en boca de Sócrates fueran verdaderamente pronunciadas por Sócrates y, por ello, resulta un poco difícil separar entre lo que era la doctrina de Sócrates y las palabras del propio Platón. Este problema también surge con otros personajes históricos que no dejaron ninguna fuente escrita. El ejemplo más conocido de esto, es sin duda, Jesucristo. No podemos estar seguros de que el «Jesús histórico» dijera verdaderamente lo que ponen en su boca Mateo o Lucas.
Es la imagen que nos proporciona Platón de Sócrates la que ha inspirado a los pensadores de Occidente durante casi 2.500 años.
La propia esencia de la actividad de Sócrates es que su objetivo no era enseñar a la gente. Daba más bien la impresión de que aprendía de las personas con las que hablaba. De modo que no enseñaba como cualquier maestro de escuela: él conversaba.
Está claro que no se habría convertido en un famoso filósofo si sólo hubiera escuchado a los demás. Y tampoco le habrían condenado a muerte. Al principio solía simplemente hacer preguntas, dando a entender que no sabía nada. En el transcurso de la conversación, solía conseguir que su interlocutor viera los fallos de su propio razonamiento. Y entonces, podía suceder que el otro se viera acorralado y, al final, tuviera que darse cuenta de lo que era bueno y lo que era malo.
Se dice que la madre de Sócrates era comadrona, y Sócrates comparaba su propia actividad con la del «arte de parir» de la comadrona. No es la comadrona la que pare al niño. Simplemente está presente para ayudar durante el parto. Así, Sócrates consideraba su misión ayudar a las personas a «parir» la debida comprensión. Porque el verdadero conocimiento tiene que salir del interior de cada uno. No puede ser impuesto por otros. Sólo el conocimiento que llega desde dentro es el verdadero conocimiento.
La capacidad de parir hijos es una facultad natural. De la misma manera, todas las personas pueden llegar a entender las verdades filosóficas cuando utilizan su razón. Cuando una persona «entra en juicio», recoge algo de ella misma.
Precisamente haciéndose el ignorante, Sócrates obligaba a la gente con la que se topaba a utilizar su sentido común. Sócrates se hacía el ignorante, es decir, aparentaba ser más tonto de lo que era. Esto lo llamamos ironía socrática . De esta manera, podía señalar los puntos débiles de la manera de pensar de los atenienses. Esto solía suceder en plazas públicas. Un encuentro con Sócrates podía significar quedar en ridículo ante un gran público.
Por lo tanto, no es de extrañar que Sócrates , a la larga, pudiera resultar molesto e irritante , sobre todo para los que sostenían los poderes de la sociedad. «Atenas es como un caballo apático», decía Sócrates, «y yo soy un moscardón que intenta despertarlo y mantenerlo vivo».
Sócrates protestaba, por ejemplo, contra tener que participar en condenar a alguien a muerte. Además, se negaba a delatar a adversarios políticos.
En 399 a. de C. fue acusado de «introducir nuevos dioses» y de «llevar a la juventud por caminos equivocados». De esta manera, fue declarado culpable por un jurado de 500 miembros.
Posiblemente podría haber suplicado clemencia. Al menos , podría haber salvado la vida si hubiera accedido a abandonar Atenas. Pero si lo hubiera hecho, no habría sido Sócrates. El caso es que valoraba su propia conciencia más que su propia vida. Aseguró que había actuado por el bien del Estado. Y, sin embargo, lo condenaron a muerte. Poco tiempo después, vació la copa de veneno en presencia de sus amigos más íntimos. Luego cayó muerto al suelo.
Desafió a los poderosos de la sociedad, criticando toda clase de injusticia y abuso de poder.
Él no se consideraba sofista, es decir, una persona sabia o instruida. Al contrario que los sofistas, no cobraba dinero por sus enseñanzas. Sócrates se llamaba «filósofo», en el verdadero sentido de la palabra. «Filósofo» significa en realidad «uno que busca conseguir sabiduría».
Un filósofo es una persona que reconoce que hay un montón de cosas que no entiende. Y eso le molesta.
Sócrates dijo que sólo sabía una cosa: que no sabía nada.
Para Sócrates era muy importante encontrar una base segura para nuestro conocimiento . Él pensaba que esta base se encontraba en la razón del hombre. Con su fuerte fe en la razón del ser humano, era un típico racionalista. «Quien sepa lo que es bueno, también hará el bien», decía. Quería decir que conocimientos correctos conducen a acciones correctas. Y sólo el que hace esto se convierte en un ser «correcto». Cuando actuamos mal es porque desconocemos otra cosa. Por eso es tan importante que aumentemos nuestros conocimientos. Sócrates estaba precisamente buscando definiciones claras y universales de lo que estaba bien y de lo que estaba mal. Al contrario que los sofistas, él pensaba que la capacidad de distinguir entre lo que está bien y lo que está mal se encuentra en la razón, y no en la sociedad.
Sócrates pensaba que era imposible ser feliz si uno actúa en contra de sus convicciones. Y el que sepa cómo se llega a ser un hombre feliz, intentará serlo.
En el siguiente articulo hablaremos sobre Platón.

Sócrates