Rubén Stehberg, Doctor en Ciencias Naturales con Orientación Antropológica.

 

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Buenos días Doctor Stehberg, le agradecemos que nos dedique su tiempo para concedernos esta entrevista.

-Explíquenos, ¿cómo nació su pasión por la arqueología?

Desde muy joven, desde mi adolescencia, sentí gran curiosidad por conocer sobre los pueblos no cristianos y sobre todo los grupos aborígenes tribales del mundo. Tenía una enorme curiosidad
por saber porqué existen pueblos tan distintos a nosotros. Siempre sentí y sigo sintiendo mucha pena de que estos grupos étnicos estén desapareciendo en forma acelerada. Ha sido un imperativo en mi vida tratar de rescatar lo mejor posible la cultura de los pueblos prehispánicos americanos. He dedicado gran parte de mi vida profesional a este objetivo.

 – ¿Cuáles son sus áreas geográficas de especialidad?

Aunque durante muchos años desarrollé investigaciones en las islas Shetland del Sur y algo en el Norte Chico chileno, mi fuerte ha sido la zona central de Chile. Últimamente, me he concentrado en el valle del Mapocho, lugar donde vive una parte importante de la población chilena actual.

 – ¿En qué áreas temáticas se especializó?

El tema al cual le he dedicado más tiempo es la ocupación incaica de Chile central y Norte Chico chileno, aunque he incursionado en otros temas de la prehistoria de Chile central, como el período arcaico a partir de investigaciones en caverna Piuquenes (cordillera del río Aconcagua), o de la Cultura Aconcagua, a partir de estudios efectuados en Huechún (Cordón de Chacabuco).

 

– Uno de sus proyectos ha sido «Arqueología histórica antártica en el extremo SW de las islas Shetland del Sur». Háblenos brevemente sobre este proyecto.
Este proyecto tuvo su inicio en el hallazgo de dos puntas de proyectil indígenas realizadas durante los análisis de laboratorio efectuados por un biólogo chileno. Aunque los restos resultaron ser parte de una broma de sus colegas universitarios, fue el punto de partida de nuestra investigación. Nuestra hipótesis planteaba que durante el primer ciclo lobero, acaecido entre 1820 y 1824, que llevó a centenares de cazadores anglosajones al archipiélago de las Shetland del Sur, en busca de pieles de lobo fino y grasa de foca, se habrían servido de mano de obra indígena del extremo sur americano. Eso no era difícil ya que previamente estos cazadores operaron por años en aguas magallánicas y fueguinas, lapso en el cual trabaron contacto con la población local, bien adaptada al clima frío y expertos cazadores de lobo. Para probar esta hipótesis fue necesario ubicar y estudiar en las Shetland del Sur los refugios temporales de estos cazadores. Si es que hubieran participado indígenas, es probable que hubieran confeccionado sus herramientas tradicionales. El hallazgo más importante, fue realizado por el biólogo chileno Daniel Torres, quién encontró el cráneo de una mujer joven indígena y algunos huesos largos, en Cabo Shirreff. Los arqueólogos argentinos Andrés Zarankín y Ximena Senatore, por su parte, hallaron un trozo de vidrio de botella tallado, en Península Byers y, nosotros, descubrimos restos líticos indígenas en Isla Desolación. La hipótesis quedó probada y, por tanto, ahora es posible decir que los anglosajones no fueron los primeros y únicos en llegar al territorio antártico. A bordo de sus naves, en los desembarcos, en los refugios y en las faenas extractivas, participaron activamente habitantes del extremo sudamericano. Curiosamente, en ninguna bitácora ni artículos en diarios y revistas de la época se constata la presencia de esta mano de obra aborigen. Su presencia ha sido reconocida exclusivamente a través de la arqueología.
– Además tiene varias publicaciones, ¿cree que hay alguna que destaque por encima de las demás?
Indiscutiblemente, el artículo Mapocho Incaico, publicado en el Boletín N° 62 del Museo Nacional de Historia Natural (2012), destaca entre las demás.

 

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Gonzalo Sotomayor (izquierda) y Rubén Stehberg (derecha)

 

– En el Congreso Nacional de Arqueología que se realizó en Arica en el año 2012, Ud y su compañero Gonzalo Sotomayor dieron a conocer unas investigaciones que generaron gran conmoción. Háblenos sobre su tesis de cómo Pedro de Valdivia fundó Santiago sobre una antigua ciudadela inca.
La importancia estratégica del valle del Mapocho fue advertida por el historiador Armando de Ramón. Este valle constituye la puerta de entrada y salida del llano longitudinalmente que se extiende al sur del Mapocho, por 1000 kilómetros. Este llano es increíblemente fértil y sostenía, a la llegada de los Incas, una población de más de un millón de personas. Esta importancia fue advertida por el Tawantinsuyu (nombre del estado Inca) que hizo llegar al Mapocho su célebre Qhapaq Ñan (camino principal), construyó un centro administrativo y ceremonial principal, intensificó la hidro-agricultura y sacralizó el paisaje, con el fin de controlar este valle-cabecera. Nuestra hipótesis sostiene que, el conquistador Pedro de Valdivia, considerado uno de los mejores estrategas militares de aquellos entonces, supo de esta táctica incaica y, ya antes de partir del Perú, decidió venir a poblar este valle, entendiendo que desde este lugar, le sería más fácil realizar la conquista de estos territorios. Es llamativo el apuro del viaje de Valdivia, deteniéndose lo justo y necesario para recuperar las fuerzas de sus hombres y caballos, hasta llegar al Mapocho, donde se asentó definitivamente. Para llegar utilizó el Qhapaq Ñan y luego ocupó el centro administrativo y ceremonial gobernado por el cacique Quilicanta, orejón de la casa real del Cusco, tal como se desprende de la evidencia etnohistórica y arqueológica existente. Este centro incaico se localizó justo donde Valdivia y sus hombres fundaron la ciudad de Santiago. Es sugerente que esta ocupación de un espacio urbanizado incaico no fuera mencionado en las célebres cartas que le envió a su rey, ni por su cronista personal Gerónimo de Bibar. Por el contrario, menciona que la fundación de Santiago se hizo en un sitio eriazo, lo cual no es concordante con la evidencia arqueológica y documental inédita encontrada. Al igual que los escritos anglosajones obviaron la participación indígena en sus actividades extractivas antárticas, los castellanos omitieron el aporte indígena local en la fundación de Santiago. A cincuenta años de mi adolescencia, aún sigo tratando de rescatar lo mejor posible la memoria de los pueblos americanos.
 – ¿Futuras investigaciones en mente?
Difícil respuesta porque mi investigación depende en gran medida del historiador Gonzalo Sotomayor. L

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amentablemente, está aquejado de una grave enfermedad que puede ser invalidante. Trabajo con él y el resultado que se obtiene deriva de una fuerte complementación entre la historia, la geografía y la arqueología. Nos gustaría poder terminar una investigación inconclusa sobre la apropiación europea del valle de Aconcagua, durante el siglo XVI y primeros años del siglo siguiente. Tenemos todos los primeros títulos de merced de tierra otorgados en ese valle, con lo cual podríamos reconstruir la territorialidad indígena, sus últimos caciques, la toponimia vernácula y también, la localización y cabida de las nuevas propiedades europeas y los últimos rezagos de los pueblos de indios.

 

 

Doctor Stehberg muchas gracias de nuevo  por esta interesante entrevista, ha sido muy amable.
Lamentamos comunicar a nuestros lectores, que el 2 de marzo falleció el compañero de trabajo del Dr. Stehberg, Gonzalo Sotomayor. Desde nuestro Magazine les damos nuestro más sentido pésame, tanto al Dr., como a los familiares del Sr. Sotomayor. Descanse en paz.